Aragón – Garganta de Escuaín: ruta por los Miradores de Revilla

El viernes 27 de octubre, antes de abandonar el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido para poner rumbo al Parque Natural Posets-Maladeta, despertaba en el Hotel Cinca, a las afueras de la población de Escalona. Aquel día diría adiós a las aventuras por el Parque Nacional y en la agenda inicial tan solo tenía programado el viaje hasta el Valle de Benasque. Al estar la carretera principal cortada debido a obras, la duración sería de aproximadamente dos horas (dando un rodeo brutal y llegando casi hasta Cataluña), así que no tenía nada apuntado para ese día. Sin embargo, como la tarde anterior llovió sin parar y truncó mis planes de ir hasta los Miradores de Revilla, pensé hacer esta ruta corta antes de ir hasta Benasque.

Mientras metía las cosas en el maletero del coche tuve ante mí una imagen bella. En todo el tiempo que había estado en el Parque Nacional no pude ver a los Tres Sorores (El Cilindro, Monte Perdido y Añisclo) juntitos y despejados de nubes. Parecía que ese momento se había reservado para el último día por Ordesa y Monte Perdido. Sin dudarlo, saqué el objetivo largo (no solo vale para fotografía de fauna) y los capté para llevármelos en el recuerdo. No es que sea una fotaza, pero a mí me hace ilusión conservarla.

De izquierda a derecha: El Cilindro, Monte Perdido y Añisclo

Una vez cerrada la estancia en el hotel puse rumbo a la Garganta de Escuaín. En apenas media hora llegué desde Escalona hasta el aparcamiento de los Miradores de Revilla. Al llegar me encontré con una pareja de gallegos, alojados también en el Hotel Cinca de Escalona. Nos habíamos visto durante el desayuno y nos paramos a hablar. Casualidades de la vida, también habían estado alojados al mismo tiempo que yo en el Hotel Edelweiss de Torla.

Las indicaciones para los Miradores de Revilla están muy claras y la ruta es totalmente llana. En apenas 45 minutos se llega hasta el tercero de los miradores.

Llegada al inicio de la ruta
Cartel de los miradores
Comenzando la ruta

La pareja de gallegos iniciaron la marcha antes que yo y se adelantaron. Cuando les di alcance, vi a él apuntar con su objetivo hacia lo alto de unos peñones. Ella me dijo que fuera con cuidado. Y yo supe inmediatamente qué había allí: Escuaín es zona de quebrantahuesos.

En la mochila había echado el teleobjetivo y no dudé en sacarlo. Por su plumaje, creo que se trataba de un adulto en fase temprana, pues aún tenía muchas plumas blancas en el pecho.

Quebrantahuesos en Escuaín
Quebrantahuesos en Escuaín

Con la emoción de haber visto por primera vez en mi vida, más o menos cerca, un quebrantahuesos, continué la marcha junto a la pareja de gallegos. Estuvimos intercambiando impresiones y rutas realizadas en los últimos días por Ordesa y Monte Perdido. Pronto, llegamos hasta el primero de los miradores, pero estaba totalmente encharcado y apenas pude fotografiar desde él. Aún así, las vistas obtenidas hasta la Garganta de Escuaín quitaban el hipo.

Cascada en Escuaín
Vistas desde los Miradores de Revilla
Vistas desde los Miradores de Revilla
Cascada en Escuaín

El segundo de los miradores sí estaba despejado de agua y pude disfrutar un buen rato de las vistas y de las fotos que tiré. Allí también coincidí con un grupo de personas que habían viajado desde Requena (Valencia).

Vistas desde los Miradores de Revilla
Vistas desde los Miradores de Revilla
Vistas desde los Miradores de Revilla
Vistas desde los Miradores de Revilla
Vistas desde los Miradores de Revilla
Vistas desde los Miradores de Revilla
Vistas desde los Miradores de Revilla
Vistas desde los Miradores de Revilla

La bajada hasta el último de los miradores tan solo supone dos minutos más. Desde allí, las vistas también eran imponentes.

Vistas desde los Miradores de Revilla
Mery, Pepe y Chewi desde los Miradores de Revilla
Mery, Pepe y Chewi desde los Miradores de Revilla
Vistas desde los Miradores de Revilla
Vistas desde los Miradores de Revilla

Aquí me despedí de la pareja de gallegos, pues ellos iban a seguir la ruta circular, pero yo volvería por el camino que había seguido a la ida. Fue un placer haber compartido camino con ellos y agradecer a él que me dijera dónde se hallaba un quebrantahuesos. Si hubiera ido yo solo, seguramente, habría pasado de largo sin percatarme de su presencia.

Antes de volver al inicio de la ruta volví al segundo de los miradores para captar las últimas fotografías.

Vistas desde los Miradores de Revilla
Vistas desde los Miradores de Revilla
Vistas desde los Miradores de Revilla

En este punto, si seguimos el camino de la derecha subimos y se puede realizar la ruta circular que lleva hasta Revilla para posteriormente llegar al aparcamiento donde se dejan los coches.

Desvío hacia Revilla

Como yo no quería llegar muy tarde a Benasque, que además tenía que hacer una parada en Aínsa para recoger ropa de una lavandería, decidí volver por el mismo camino. Si algún día vuelvo por este entorno, posiblemente, acometa la ruta circular. En la vuelta seguí deleitándome con las vistas obtenidas hacia la Garganta de Escuaín.

Vistas desde los Miradores de Revilla
Vistas desde los Miradores de Revilla
Vistas desde los Miradores de Revilla
Llegando al aparcamiento
Llegando al aparcamiento
Vuelta al aparcamiento

Con mucha pena, pero habiendo disfrutado un montón, me despedí del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Atrás quedaron días maravillosos, con rutas maravillosas y habiendo coincidido en el camino con gente maravillosa cuyo objetivo era parecido al mío: disfrutar de la naturaleza, de las montañas, del otoño y de Los Pirineos.

De camino al Valle de Benasque hice una parada casi llegando a Bonansa (maldita carretera cortada la vuelta que me hizo dar). El paisaje era brutal con tantos amarillos y ocres en el monte.

Monte colorido llegando a Bonansa
Monte colorido llegando a Bonansa

Por delante tendría una semana más de vacaciones para, primeramente, visitar el entorno del Parque Natural Posets-Maladeta, el parque natural con más cimas que sobrepasan los 3.000 metros de altitud. Entre ellos, el techo de Los Pirineos: el Aneto. Pero eso os lo cuento en otras entradas.

Aragón – Valle de Gistau: breve visita al Ibón de Plan

El jueves 26 de octubre tenía programada la visita al Ibón de Plan o Basa de la Mora. Sería una visita por la mañana para posteriormente acercarme hasta la Garganta de Escuaín y hacer la ruta por los Miradores de Revilla. Sin embargo, tan solo pude hacer lo primero.

Con un buen aguacero abandoné el Hotel Bielsa y puse rumbo a Saravillo, pueblecito del Valle de Gistau. Al final del mismo se halla la pista por la que se tiene que subir hacia el Ibón de Plan. Se trata de 14 kilómetros de constante subida, por lo que la idea era llegar con el coche hasta el Refugio de Lavasar e ir andando hasta el ibón. En apenas 20/30 minutos debería estar en él.

A cada kilómetro subido veía que el tiempo, en lugar de mejorar, empeoraba. Llovía cada vez más y, lo peor de todo, hacía mucho viento. Como ya había pagado 5 euros a la entrada de la pista (sirve para mantener el camino en buen estado), no iba a darme la vuelta. Además, iba a ir provisto de un paraguas para resguardarme de la lluvia.

Después de casi una hora llegué hasta el Refugio de Lavasar. Desde allí parte la ruta hacia el ibón y no tiene pérdida. Era tanto el viento y agua que caía en esos momentos que no me paré a hacer ninguna foto en el camino. La única parada que hice fue cuando llegué al Ibón de Plan. Me pareció súper bonito y fotogénico. La rabia me comía por dentro al no poder disfrutar plenamente de aquel entorno, pues el paraguas llevaba rato que apenas hacía su función porque el viento hacía que saliera volando y me mojara. Así que apenas estuve en el ibón 15 minutos, tiré las fotos de rigor y me di la vuelta de camino al coche. Antes de volver hacia el pueblo, entré en el Refugio de Lavasar (también se puede escribir Labasar) para cotillear qué había dentro. Me sorprendió lo bien cuidado que estaba y la gran cantidad de notas dejadas por las personas que han pasado por allí, por lo que yo también aporté mi granito de arena.

Ibón de Plan
Ibón de Plan
Ibón de Plan
Ibón de Plan
Ibón de Plan
Ibón de Plan
Ibón de Plan
Ibón de Plan
Mery, Pepe y Chewi en el Ibón de Plan
Chewi en el Ibón de Plan
Nota dejada en el Refugio de Lavasar

La ruta programada por la tarde no pudo ser debido al agua constante que caía. Mis pensamientos me decían que, un año más, no iba a realizar esta pequeña ruta por la Garganta de Escuaín. Sin embargo, al día siguiente, antes de abandonar definitivamente el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, me acercaría hasta las inmediaciones de Revilla para darme un paseíto por esta zona tan desconocida del Parque Nacional.

Aragón – Valle de Pineta: ruta en coche hasta el Parador de Bielsa y cruce hasta el Pirineo francés

El miércoles 25 de octubre abandonaba el sector del Valle de Ordesa para poner rumbo a otro sector del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Se trataba del Valle de Pineta, valle que no tiene nada que envidiar a su hermano Ordesa. Es más, los expertos dicen que Pineta es mucho más espectacular que Ordesa. No seré yo quien entre en ese debate y diré que a mí me parecen los dos iguales de impresionantes.

Hace dos años ya estuve en este valle para acometer la ruta hacia los Llanos de Lalarri y las Cascadas del Cinca. Fue la primera que hice en 2021 y me pareció bonita. Meses después vi fotos increíbles de Pineta por las redes sociales y pregunté cómo se podía llegar hasta esos paisajes. Me indicaron la carretera a seguir, cosa que no hice dos años atrás. Resumiendo: lo más bonito y espectacular del Valle de Pineta no lo vi en 2021 y tenía una cuenta pendiente (otra más).

La primera parada fue en el Embalse de Pineta. Por aquí sí pasé en la anterior visita, pero no me entretuve haciéndole fotos. El objetivo era captar el otoño reflejado en el agua, aunque, no fue posible debido a que corría una ligera brisa haciendo que se moviera el agua. No obstante, el paisaje me pareció brutal.

Embalse de Pineta
Embalse de Pineta
Embalse de Pineta
Embalse de Pineta
Embalse de Pineta
Mery, Pepe y Chewi en el Embalse de Pineta
Chewi en el Embalse de Pineta
Ánades reales en el Embalse de Pineta

La continuación de la carretera hacia el Parador Nacional de Bielsa supuso todo un espectáculo de colores y de nieblas. Aquí encontré ese tono otoñal que a mí me apasiona y que hace que disfrute tirando fotos sin parar.

Valle de Pineta
Valle de Pineta
Valle de Pineta
Valle de Pineta
Valle de Pineta
Valle de Pineta
Valle de Pineta
Valle de Pineta
Valle de Pineta

Al llegar hasta las inmediaciones del Parador Nacional de Bielsa me quedé impresionado con el entorno. La Cascada del Cinca, así como todas sus vertientes, echaban agua sin cesar. Formaban un paisaje digno de admirar una y otra vez. Tenía ante mí el entorno que tiempo atrás había visto y preguntado cómo se llegaba hasta él.

Cascadas del Cinca
Arterias de Pineta
Valle de Pineta
Parador Nacional de Bielsa
Cascadas del Cinca
Arterias de Pineta
Cascadas del Cinca
Cascadas del Cinca
Arterias de Pineta
Cascadas del Cinca
Cascadas del Cinca

Aun sabiendo que el café me iba a costar más caro que en cualquier otro sitio, decidí entrar a la cafetería del Parador de Bielsa para tomarme uno. Salí a la terraza, a pesar de que las mesas y sillas estaban llenas de agua debido a la lluvia. Jamás me he tomado un café con aquellas vistas tan brutales. El precio que me costó bien mereció la pena.

Vistas desde el Parador de Bielsa
Vistas desde el Parador de Bielsa
Los churros de Marboré
Los churros de Marboré
Vistas desde el Parador de Bielsa
Vistas desde el Parador de Bielsa

Ese día tenía reservada una noche en el Hotel Bielsa, a la entrada de la misma población. Antes de despedirme del Valle de Pineta hice una última parada para captar su otoño.

Otoño en el Valle de Pineta
Otoño en el Valle de Pineta
Otoño en el Valle de Pineta
Otoño en el Valle de Pineta

Terminé de comer pronto y tenía toda la tarde libre, por lo que decidí cruzar el túnel de Bielsa hacia tierras francesas. Era toda una aventura, pues no sabía qué me iba a encontrar allí.

Al cruzar el túnel me topé con un paisaje totalmente distinto al encontrado en el Pirineo español, aunque ello no significaba que fuera menos espectacular.

Pirineo francés hacia Aragnouet
Pirineo francés hacia Aragnouet
Mery, Pepe y Chewi en el Pirineo francés

En lugar de tomar la carretera hacia la población de Aragnouet giré hacia Le Plan. Comencé a subir por una carretera de montaña en dirección a una estación de esquí. Evidentemente, aún no tenía nieve.

Vistas hacia Le Plan
Le Plan
Subiendo hacia la estación de esquí
Subiendo hacia la estación de esquí
Estación de esquí

Aquí decidí poner punto y final a mi experiencia francesa y darme la vuelta hacia España. Estaba empezando a llover y hacía frío, por lo que quería llegar al hotel cuanto antes y entrar en calor.

Antes de volver a cruzar el túnel hacia Bielsa hice una última parada. El paisaje encontrado me pareció precioso con una gran cascada bajando de lo alto de unos picos montañosos nevados.

Volviendo hacia Le Plan
Carretera de bajada hacia Le Plan
Cascada encontrada
Cascada encontrada
Llegando al túnel de Bielsa
Cascada bajando de la nieve
Cascada bajando de la nieve
Cascada bajando de la nieve

Al día siguiente abandonaría el Valle de Pineta, aunque aún me quedaba un día más por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. El objetivo era acercarme con el coche por la mañana hasta el Ibón de Plan y acometer la ruta de los Miradores de Revilla por la tarde. El intenso agua caído durante todo el día hizo que tan solo pudiera llevar a cabo lo primero. No me preocupó, pues aún tendría una última oportunidad para acercarme hasta Escuaín y así realizar la ruta.

Aragón – Valle de Bujaruelo/Valle de Ordesa: ruta por el Bosque de Cobatar y despedida de la Pradera de Ordesa

El martes 24, después de haberme tomado el día anterior prácticamente de descanso (tan solo estuve un par de horas por el Bosque de la Pardina del Señor), me levanté decidido para acometer otra de las rutas que me hubiera gustado hacer dos años atrás: la ruta del Bosque de Cobatar en el Valle de Bujaruelo.

Así fue y nada más dejar el coche en las inmediaciones del Puente de Santa Elena vi que el río Ara corría salvaje. En esos momentos, ni imaginé que mi ruta iba a verse truncada una hora después.

El Salto del Carpín hizo que me parara a fotografiarlo antes de iniciar mi camino. Llevaba bastante agua debido a la lluvia que seguía acompañándonos día tras día.

Salto del Carpín
Salto del Carpín
Río Ara

La ruta por el Bosque de Cobatar nos lleva desde el Puente de Santa Elena hasta el Refugio de San Nicolás de Bujaruelo. Se trata de una ruta corta y sencilla.

Cartel indicativo

Nada más comenzar vi una pequeña ardilla cruzar mi camino, pero no me dio tiempo a captarla con la cámara. Seguí andando. El agua corría por todas partes, no solo por el río.

Río Ara a su paso por el Valle de Bujaruelo
Cascada en el Valle de Bujaruelo
Río Ara a su paso por el Valle de Bujaruelo
Cascada
Río Ara a su paso por el Valle de Bujaruelo

Hay un momento donde un puente cruza el río y puedes acceder a la pista que lleva hasta el refugio a través del coche. No obstante, decidí continuar mi camino por el margen del río que iba caminando. Mala decisión.

Indicaciones hacia el Camping de Bujaruelo
Puente sobre el río Ara
Abundante vegetación en Bujaruelo
Abundante vegetación en Bujaruelo
Por el sendero que lleva al refugio

Los torrentes de agua cada vez eran más abundantes en el camino, sin embargo, se podían cruzar sin ningún problema. El inconveniente vino cuando llegué a un punto donde el río corría con tanta fuerza que el camino desaparecía bajo sus aguas. Aquí paré a fotografiarlo y decidí darme la vuelta. Me dio rabia porque tan solo me quedaban unos 15 minutos para llegar al refugio.

Senda cortada por el río Ara
Senda cortada por el río Ara
Senda cortada por el río Ara
Mery, Pepe y Chewi
Mery, Pepe y Chewi

Al darme la vuelta pensé en cruzar el puente anterior hacia el Camping de Bujaruelo y volver hacia el Puente de Santa Elena. Luego, cogería el coche y subiría hacia el Puente de San Nicolás de Bujaruelo.

Volviendo sobre mis pasos
Hacia el Puente Los Abetos

Una vez cruzado el puente y estando ya en la pista, el paisaje era más abierto y me deleité fotografiando el río y las sucesivas cascadas que descargaban agua en él.

Río Ara
Río Ara
Cascada en Bujaruelo
Cascada en Bujaruelo
Río Ara

La subida en coche no fue larga. Me tomé un café en el refugio y luego me puse a fotografiar los alrededores, aunque ya tenía fotos de esta zona de hace dos años.

Puente de San Nicolás de Bujaruelo
Puente de San Nicolás de Bujaruelo
Refugio de Bujaruelo
Refugio de Bujaruelo
Río Ara a su paso por Bujaruelo
Río Ara a su paso por Bujaruelo
Río Ara a su paso por Bujaruelo
Mery, Pepe y Chewi en el Puente de San Nicolás de Bujaruelo
Chewi en el Puente de San Nicolás de Bujaruelo

A la vuelta ya con el coche, me paré a fotografiar una gran cascada que se veía de frente. Sinceramente, no me convencen mucho cómo han quedado las fotos.

Cascada en Bujaruelo
Cascada en Bujaruelo
Cascada en Bujaruelo
Cascada en Bujaruelo
Pico Otal nevado

Antes de abandonar definitivamente el Valle de Bujaruelo decidí pararme de nuevo a tirar fotos al Salto del Carpín.

Salto del Carpín
Salto del Carpín

Como aún era muy temprano decidí subir con el coche hasta la Pradera de Ordesa y comer en el restaurante. Antes de llegar hice alguna parada para captar las cascadas desde un mirador.

Cascada de Ordesa
Cascada de Ordesa
Cascada de Ordesa
Cascada de Ordesa
Cascada de Ordesa

Después de comer y antes de volverme al hotel hice las últimas fotos al Valle de Ordesa. Si dos días antes había estado en lo alto del Mirador de Calcilarruego mirando hacia la pradera, ahora tocaba alzar la vista hasta el mirador y pensar «sí, ahí subí yo el domingo».

Alzando la vista hacia el Mirador de Calcilarruego
Mirador de Calcilarruego
Peñones de Ordesa

Con mucha pena, pero sabiendo que si el dinero y la salud me lo permiten… volveré, me despedí del Valle de Ordesa de cara al Tozal del Mallo. Le hice algunas fotos y le tiré un beso con la mano de despedida. Nos volveremos a ver, viejo amigo.

Tozal del Mallo
Tozal del Mallo

Hasta aquí mis vivencias por el Valle de Ordesa y por el Valle de Bujaruelo. Fueron seis días ajetreados intentando cuadrar cada una de las visitas que se fastidiaban debido a la lluvia. Al día siguiente, tocaría cambiar de valle y visitar Pineta. Allí, me tomé el café con las vistas más espectaculares que uno puede ver en este valle sin apenas hacer esfuerzo.

Aragón – Valle de Ordesa: ruta a la Cascada Cola de Caballo por la Senda de los Cazadores

Domingo 22 de octubre. Un día grande, se tenía que celebrar con la ruta más grande de todas.

El día que mi hermana cumplía la mayoría de edad (nótese la ironía), me levanté emocionado por lo que tenía por delante. A las 08:30, aún con escasa luz en el cielo, me disponía a acometer la ruta de la Cola de Caballo por la Senda de los Cazadores. Llevaba meses preparándome física y mentalmente para esta ruta, pues consta de un total de 22 km ida y vuelta (ida por la Senda de los Cazadores; vuelta por el Valle de Ordesa). El problema de esta ruta no es la distancia en total sino que los dos primeros kilómetros son durísimos. Si algún montañero experimentado, acostumbrado a salvar desniveles largos, lee esto, me dirá que soy un exagerado. Sin embargo, para los simples senderistas que tan solo nos dedicamos a realizar rutas de nivel bajo-medio, subir por la Senda de los Cazadores era todo un reto. Tan solo decir que en los primeros 2,5 kilómetros, hasta que se llega al Mirador de Calcilarruego, se ascienden 750 metros, es decir, hay un desnivel del 30%.

Mis pies se ponían en movimiento siendo consciente de que iba a sufrir de lo lindo, pero estando totalmente convencido de que iba a lograr mi objetivo. Recordaba una y otra vez las palabras de Alberto el día anterior cuando le dije que iba a seguir esta ruta: «tú a tu ritmo. Si la gente te adelanta, que tiren. No intentes seguirlos. Cada persona necesita su tiempo». Sabias palabras, querido Alberto.

Enseguida, me di cuenta de que Alberto me dijo eso por algo. En mi camino me adelantó todo el mundo y yo veía que me iba quedando solo. Un par de chicos, que se les veía físicamente bien preparados, me desanimaron cuando les pregunté si ya llevaba más o menos la mitad del camino. Me dijeron que no. Tan solo llevaba un tercio de la ascensión al mirador y yo estaba ya medio reventado. Cada dos o tres minutos tenía que pararme a tomar oxígeno. Un rato antes, en el Centro de Información, me dijeron los forestales que se tardaba en subir de dos a dos horas y media. Con tanta parada, me conciencié que lo mío se iba a ir hasta las tres horas.

Otra cosa que me desanimaba era que la subida se realizaba entre un bosque cerrado de pinos y abetos. El paisaje no me atraía lo más mínimo, salvo algún que otro claro entre los árboles que mostraba poco a poco la altura que iba ganando.

Cascada de Cotatuero subiendo por la Senda de los Cazadores
Cascada de Cotatuero subiendo por la Senda de los Cazadores

Además de las paradas que hacía cada 2/3 minutos para coger oxígeno, hice dos paradas largas que constaron de 10 a 15 minutos de descanso. La primera la hice a la hora de estar caminando. La segunda, a las dos horas de estar en movimiento. Fue en la segunda parada donde miré el reloj, que marcaba las 10:30, y me dije a mí mismo bastante desanimado: «y todavía te queda otra hora más de subida. Pero lo voy a lograr».

Me levanté estando totalmente convencido de que aún me quedaba mucho camino por delante para llegar al Mirador de Calcilarruego. Eché la vista arriba y se veía una buena cuesta. Pasito a pasito, lentamente, comencé a ascender. Apenas pasaron 5 minutos, vi a lo lejos la silueta de una persona (era un hombre con quien había coincidido en la subida y que se adelantó). Mi satisfacción fue mayúscula al ver que él estaba ya arriba, en el mirador, haciendo fotos. Sin demora, aún sin apenas oxígeno, mis pies comenzaron a caminar más deprisa. Quería terminar cuanto antes con aquel sufrimiento y poder comerme la mitad del bocadillo que llevaba en la mochila.

Finalmente, no tardé tres horas en subir al mirador. Fueron dos horas y diez minutos. El sufrimiento llevado encima con la subida, el cansancio, el dolor de pies y piernas, fue compensado con las increíbles vistas hacia todo el Valle de Ordesa. Eran parecidas a las obtenidas el día anterior desde los Miradores de Ordesa, sin embargo, conquistar aquel paisaje con los pies era algo muy distinto a conquistarlo con las ruedas del 4×4. La emoción fue tan mayúscula que me faltó poco para llorar. Y si no lo hice fue porque el hombre seguía en el mirador tirando fotos. Volví a hablar con él. Me dijo: «cada persona tiene su ritmo y lo importante es tomárselo con calma para llegar arriba. Hay mucha gente que empieza muy fuerte y a mitad de camino se ha tenido que dar la vuelta. Tú lo has logrado». Se despidió de mí y siguió su ruta por la Faja de Pelay. Yo decidí quedarme un rato más para disfrutar de aquel paisaje y descansar un rato largo.

Vistas desde el Mirador de Calcilarruego
Vistas desde el Mirador de Calcilarruego
Vistas desde el Mirador de Calcilarruego
Vistas desde el Mirador de Calcilarruego

Desde este mirador hasta la Cascada de la Cola de Caballo todo es ir llaneando y descendiendo suavemente. A partir de aquí es cuando comencé a disfrutar de verdad con la ruta. Apenas cinco minutos en movimiento y tuve ante mí uno de los paisajes que estaba deseando ver: la brecha de Rolando. A una parte está el Pirineo Aragonés; a la otra parte está el Pirineo Francés. Os animo a buscar por internet la leyenda de esta brecha.

Hacia la Faja de Pelay
Refugio de Calcilarruego
Brecha de Rolando (entre otros)
Brecha de Rolando (entre otros)
Brecha de Rolando (entre otros)

No dejaban de sorprenderme las impresionantes vistas obtenidas. En un momento, Monte Perdido incluso hacía el amago de mostrarme su cara, pero las nubes seguían cubriéndole casi en su totalidad.

Monte Perdido se asoma tímidamente
Monte Perdido se asoma tímidamente

Seguí caminando por la Faja de Pelay ante la maravilla de colores otoñales que poco a poco se dejaba ver en Ordesa. Aunque aún no alcanzaba el tono que a mí me fascina, el paisaje era digno de ver.

Vistas desde la Faja de Pelay

Y así, sin esperarlo ni creerlo, las nubes desaparecieron un instante y, al fin, pude ver la cara completa de Monte Perdido. Mi emoción fue tal, que le tiré una foto con el móvil y se la mandé a Alberto diciéndole que al fin lo encontré. En esos momentos, ni imaginaba que horas después iba a estar ante sus pies y haciéndole una reverencia.

Monte Perdido se dejó encontrar
Vistas desde la Faja de Pelay

Me interné en un bosque de hayas, que mostraba un bonito colorido. Ese sí era el otoño que a mí me encanta.

Bosque de hayas en la Faja de Pelay

Si hasta ese momento la ruta me resultaba espectacular, a partir de ahora todo cambiaría a mejor. Cuanto más me acercaba a la Cola de Caballo, el paisaje me parecía más bonito. Y Monte Perdido terminó de destaparse la cara para mi deleite.

Vistas desde la Faja de Pelay
Monte Perdido y El Cilindro de Marboré
Vistas desde la Faja de Pelay
Vistas desde la Faja de Pelay
Vistas desde la Faja de Pelay
Vistas desde la Faja de Pelay
Vistas desde la Faja de Pelay
Monte Perdido

Volví a coincidir con el hombre que vi en el Mirador de Calcilarruego. Descansaba comiéndose un bocadillo y decidí pararme a charlar con él. Luego, juntos, iniciamos el camino hasta la Cola de Caballo. Estuvimos intercambiando opiniones. Me dijo que él era de Zaragoza y que quería llegar pronto a la pradera porque luego tenía dos horas más de viaje en coche hasta la capital aragonesa.

El cañón de Ordesa se abría ante nosotros a cada paso dado. Pronto, vimos a lo lejos las Gradas de Soaso y la Cola de Caballo.

Gradas de Soaso a nuestros pies
Gradas de Soaso a nuestros pies
Vistas desde la Faja de Pelay
Añisclo y Monte Perdido
La Torre de Marboré
Primera aparición de la Cola de Caballo
Primera aparición de la Cola de Caballo

La llegada a la Cola de Caballo se me hizo algo larga. Cuando la ves por primera vez desde la Faja de Pelay parece que está cerca, sin embargo, aún faltaban 20 o 30 minutos para llegar. Al hacerlo, me resultó mucho más bonita que en 2021, cuando apenas tenía un hilo de agua. Ahora, iba cargada hasta arriba.

Llegada a la Cola de Caballo
Llegada a la Cola de Caballo
Llegada a la Cola de Caballo

La parada más larga del día la hice aquí. Me terminé el bocadillo y descansé, aunque no quería quedarme frío porque luego me costaría más ponerme en movimiento. Le dije al hombre de Zaragoza que yo iba a ir tirando, que seguro que nos encontrábamos de nuevo en la ruta.

Me entretuve haciendo fotos al cañón de Ordesa y las diferentes cascadas que se habían formado con las lluvias caídas durante la semana.

Cañón de Ordesa
Cascada formada con las lluvias
Cascada formada con las lluvias
Cascada formada con las lluvias

En un momento, miré hacia atrás para despedirme por última vez de Monte Perdido. Me costó mucho encontrarlo, no obstante, me iba a volver a casa con multitud de fotos de él. Aunque había algunas nubes, por arte de magia, en un par de minutos salió el sol y se quedó totalmente despejado, pudiendo fotografiarlo junto al Cilindro de Marboré.

Despedida de Monte Perdido y el Cilindro de Marboré
Despedida de Monte Perdido y el Cilindro de Marboré
Despedida de Monte Perdido y el Cilindro de Marboré
Despedida de Monte Perdido y el Cilindro de Marboré
Despedida de Monte Perdido y el Cilindro de Marboré
Mujer mostrando sus respetos ante Monte Perdido

Antes de seguir el camino hacia las Gradas de Soaso volvió a darme alcance el hombre de Zaragoza. Sabía yo que, tarde o temprano, íbamos a coincidir de nuevo en la ruta.

Las Gradas de Soaso iban también cargadísimas de agua. ¡Menudo momento el verlas así!

Llegando a las Gradas de Soaso
Gradas de Soaso
Gradas de Soaso
Gradas de Soaso
Gradas de Soaso
Vistas desde las Gradas de Soaso
Gradas de Soaso
Gradas de Soaso
Gradas de Soaso

Me entretuve bastante fotografiando las Gradas de Soaso y perdí la pista del hombre de Zaragoza. Él se había quedado en la parte alta captando toda su esencia y yo decidí continuar mi camino. Inicié la marcha sin despedirme de él. Fue un placer haber compartido parte de la ruta con esta persona. Antes de abandonarlas definitivamente, vi llegar a dos mujeres que pasaban los 70 años. Un grupo de chicas que tenía delante las ayudaron a cruzar un tramo un poco peligroso (aún queda fe en la juventud) debido a que podían resbalar. Una de ellas me dijo: «se las ve cansadillas». Y yo le contesté: «oye, que yo firmo ahora mismo llegar a su edad y poder venir desde la pradera hasta las Gradas de Soaso». Ella me respondió: «y yo también. Seguro que estas mujeres han sido montañeras o senderistas toda la vida y por eso tienen esta fuerza de voluntad a su edad».

Con la admiración ante las dos ancianas, continué mi camino. A cada paso dado, el río Arazas mostraba su belleza con el agua que corría y con el color otoñal que dejaba ver. Algunas zonas tenían más colorido que otras para deleite de los que teníamos la suerte de verlo.

Hayedo de Ordesa
Hayedo de Ordesa
Río Arazas
Río Arazas
Río Arazas
Río Arazas
Río Arazas

La llegada al lugar que me sirvió de refugio de la lluvia que caía en esos momentos durante mi ruta del año 2021, me indicaba que, pronto, me internaría en la profundidad del hayedo de Ordesa.

Llegando al hayedo de Ordesa
Llegando al hayedo de Ordesa
Internándome en el hayedo de Ordesa
Caminando por el hayedo de Ordesa

El estruendo del agua se oía mientras caminaba por el hayedo. La sucesión de cascadas era continua y disfruté como un niño pequeño con un chupachús.

Cascada en el río Arazas
Cascada en el río Arazas
Río Arazas
Río Arazas

Las cascadas anteriores me hicieron ver que estaba a punto de llegar a mi lugar favorito de Ordesa: la Cascada del Estrecho y la Cascada de la Cueva. Sí, habéis leído bien: MI LUGAR FAVORITO. Cuando la mayoría de la gente prefiere la Cascada de la Cola de Caballo, sin lugar a dudas, mi favorita es la Cascada de la Cueva. Para mí, la Cascada de la Cueva representa la belleza suprema otoñal del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.

Indicaciones hacia las cascadas
Cascada de la Cueva
Cascada de la Cueva
Cascada del Estrecho
Cascada del Estrecho

Tengo que confesaros una cosa: cuando en 2021 vi la Cascada del Estrecho me pareció de lo más normalita. Había leído por internet infinidad de opiniones de la gente diciendo que era una auténtica belleza. A mí me decepcionó un poco. Claro, en 2021 apenas llevaba un hilo de agua y no pude ver la auténtica belleza de esta cascada. En 2023, mi concepto ha cambiado totalmente y ha pasado a estar en el top 2 de las cascadas que he visto en Ordesa. Por delante, por supuesto, sigue la Cascada de la Cueva. Fotografiando la Cascada del Estrecho coincidí con un grupo de tres chicas, que apenas alcanzaban los veinte años. Postureaban haciéndose fotos. Una de ellas le decía a otra que no le gustaba cómo había quedado y le invitaba a hacerse otra. La que le hacía fotos con el móvil me miró y se rio. Le dije: «qué paciencia, eh». Y me contestó: «no lo sabes bien. No le gusta ninguna». Da gusto encontrarse en la naturaleza con gente sana de todas las edades que tan solo han ido a disfrutar del entorno.

Decidí volver a la pradera de Ordesa por el camino que enlaza con la Senda de los Cazadores. Dos años atrás, tomé el camino paralelo a la otra parte del río y esta vez quería cambiar. No me arrepentí, a pesar de que había tramos donde no me atraía nada en absoluto para fotografiar.

Indicaciones hacia la Pradera de Ordesa
Otoño en Ordesa

A la llegada a un pequeño puente de madera fue donde más me entretuve. Había un bonito color de otoño que se juntaba con el agua azul turquesa del río Arazas.

Río Arazas
Río Arazas
Río Arazas
Río Arazas

El cansancio en el cuerpo era notable. La llegada hasta la pradera se me estaba haciendo eterna y yo tan solo quería llegar al hotel para meterme en la bañera y relajarme. Al internarme de nuevo en el bosque coincidí con un matrimonio de Bilbao (¡qué recuerdos me trae esta ciudad!). Les pregunté si quedaba mucho para llegar a la pradera y me animaron diciendo que en 20 minutos como mucho estaría allí.

Internándome en el hayedo
Llegando a la pradera
Sendero adaptado para minusválidos
Río Arazas
Pico Otal nevado

Ocho horas y cincuenta minutos después llegué de nuevo a la Pradera de Ordesa (salida a las 08:30. Llegada a las 17:20).

Tozal del Mallo desde la Pradera de Ordesa
Río Arazas desde la Pradera de Ordesa

Justo a mi llegada, me giré hacia atrás y vi llegar también al hombre que me acompañó durante parte de mi ruta. Bien creía que no iba a volver a verlo, sin embargo, la vida nos dio la posibilidad de despedirnos. Si os habéis dado cuenta, en ningún momento menciono su nombre. Más que nada, porque ni él sabe cómo me llamo yo, ni yo sé cómo se llama él. Tan solo sabemos el uno del otro que yo soy de Cáceres y que él es de Zaragoza. Es lo bonito de compartir experiencias en la naturaleza con gente de la que no sabes nada de su vida. Te brindan momentos, intercambias vivencias y, al terminar, cada uno sigue con su camino.

Llegados a este punto, si alguien se pregunta qué opción es mejor para ir a la Cola de Caballo tengo que decir que es una difícil elección. Quizá, elijo la Senda de los Cazadores porque te da la posibilidad de ver más cosas, todo el Valle de Ordesa desde lo alto. Sin embargo, si alguien no se encuentra preparado físicamente y mentalmente de acometer esta ruta y decide tomar el camino de ida y vuelta por el valle, os aseguro que no se van a arrepentir en absoluto. De verdad os digo que una de mis mejores experiencias en la naturaleza la viví en 2021 cuando hice esta ruta por el valle (tanto la ida como la vuelta). En aquella ocasión, había estado lloviendo toda la noche anterior y no me atreví a tomar la Senda de los Cazadores. Dos años después, me he quitado esa espina. Y, como dije en una entrada anterior, no solo me quité esa espina sino que han sido hasta tres espinas las que me quité este día:

1-Acometer la ruta hacia la Cola de Caballo por la Senda de los Cazadores.

2-Conseguir ver Monte Perdido (en 2021 también lo cubría las nubes y nieblas).

3-Conseguir ver las cascadas de Ordesa con abundante agua.

Sin más que decir, me voy despidiendo de vosotros siendo consciente de que, quizá, me he explayado mucho escribiendo y contando las experiencias vividas. Si alguien llega hasta aquí sin haberse parado a leer todo, os hago un resumen en siete palabras de lo vivido y que tan solo los que han estado aquí comprenderán:

PARQUE NACIONAL DE ORDESA Y MONTE PERDIDO

Aragón – Valle de Ordesa: ruta por los Miradores de Ordesa

El sábado 21 de octubre, tras haber realizado la ruta por el Bosque de Turieto por la mañana, me disponía a realizar otra ruta por la tarde acompañado de un grupo de personas que habíamos contratado la excursión. Se trata de los Miradores de Ordesa y la subida hasta ellos se realiza en 4×4. Una vez allí, el guía (Alberto) nos cuenta las cosas que nos vamos encontrando y nos lleva por una serie de miradores hacia todo el Valle de Ordesa.

A las 15:00 partía el coche desde Broto y Alberto nos contaba cosas de la zona. Un dato que me pareció curioso es que nos dijo que el bosque de Ordesa visualmente es espectacular, pero que es un bosque enfermo. ¿Las razones? Eso es algo que os dejo a vosotros que averigüéis contratando sus servicios 😉 😉 😉

A la llegada, de las primeras cosas que nos enseñó Alberto es las formas de las rocas, muy parecidas al flysch que te puedes encontrar en la Playa de Itzurun, en Zumaia (Guipúzcoa).

Las vistas hacia el Valle de Vió y hacia la Pardina del Señor eran acojonantes, aunque yo les dije al resto de mis compañeros que al monte aún le faltaba mucho color otoñal. Les enseñé una foto en el móvil de esta zona en 2021 y comprendieron enseguida por qué les dije que aún no había llegado el otoño.

Vistas hacia el Valle de Vió
Vistas hacia el Valle de Vió
Pista: aquí se ve por qué es un bosque enfermo
Vistas obtenidas de camino a los miradores de Ordesa

La desilusión se apoderó de nosotros al llegar al primero de los miradores. Una niebla muy espesa cubría todo el valle impidiendo ver nada. Alberto nos decía que de frente estaba el Tozal del Mallo, la Cascada de Cotatuero y demás cimas montañosas, sin embargo, teníamos que imaginarlo. Nos dijo que íbamos a esperar unos minutos por si las nieblas se levantaban. La espera mereció la pena y pudimos ver algo de lo que nos contó.

Pradera de Ordesa desde los miradores
Pradera de Ordesa desde los miradores
Valle de Ordesa desde los miradores
Pradera de Ordesa desde los miradores
Vistas desde los miradores de Ordesa
Cascada de Cotatuero
Cascada de Cotatuero
Cascada de Cotatuero
Vistas desde los miradores de Ordesa
Cascada de Cotatuero

En un momento donde más o menos se quedó despejado, hice varias fotos para, posteriormente, hacer una panorámica. Creo que la foto ha quedado bastante chula y muestra de un solo golpe lo que se puede ver desde los Miradores de Ordesa. Este paisaje, simplemente, te deja sin respiración.

Panorámica desde los miradores de Ordesa

Alberto nos llevó hacia otro de los miradores, el último ya. Durante un buen rato estuvimos esperando a que se levantara la niebla definitivamente para ver si aparecía Monte Perdido, pero no fue así. Mis presagios me decían que, un año más, me iba a volver a mi tierra sin lograr ver Monte Perdido debido que siempre estaba cubierto de nubes o nieblas.

Vistas desde los miradores de Ordesa
Despidiéndonos de la Cascada de Cotatuero

Muy a mi pesar, Alberto nos dijo que era hora de volver. La espera para ver Monte Perdido no fue fructuosa, aunque aún tendría una última oportunidad al día siguiente en la ruta que tenía pensado hacer.

Pico Otal nevado
Atardecer desde los miradores de Ordesa

Sobre las 20:00 llegamos de vuelta a Broto. El día había estado bastante completo acometiendo la ruta por el Bosque de Turieto y visitando los miradores de Ordesa. Al día siguiente tocaría llenar el cuerpo de sufrimiento acometiendo la ruta más dura que mis pies han realizado. Pero era la principal razón por la que había vuelto al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Tenía que saldar otra cuenta pendiente de 2021. ¿Y sabéis qué? Ese día saldé, no una cuenta pendiente, sino hasta tres cuentas pendientes. Y es que cuando las condiciones en Ordesa se dan, se muestra en toda su grandeza su enorme belleza y elegancia.

Aragón – Valle de Ordesa: ruta hacia Torla por Turieto Bajo

El sábado 21 de octubre me disponía a coger el autobús que te sube a la Pradera de Ordesa para realizar la primera de las rutas senderistas programadas: la ruta hacia Torla por Turieto Bajo. Hay que decir que esta ruta se puede realizar al revés, yendo desde Torla hasta la pradera, sin embargo, yo decidí hacerla en este sentido debido a que todo era cuesta abajo y sin apenas hacer esfuerzo (lo sé, soy un vago).

A las 08:30 estaba montado en el autobús con la emoción de verme de nuevo en la Pradera de Ordesa y rememorar viejos recuerdos de dos años atrás. Al ser fin de semana, se preveía que subiera mucha gente. Más aún después de que las previsiones meteorológicas fueran buenas para este día después de estar lloviendo sin parar durante toda la semana.

La primera parada fue el Puente de los Cazadores, puente que volvería a pisar al día siguiente para acometer otra ruta (que ya contaré). El caudal del río Arazas era bastante importante.

Río Arazas
Río Arazas

Una niebla espesa cubría las peñas de Ordesa, dejando entrever de vez en cuando algo de otoño.

Desde la Pradera de Ordesa
Desde la Pradera de Ordesa
Desde la Pradera de Ordesa

Enseguida, empecé a introducirme en un bosque de hayas. Se trata del Bosque de Turieto, que nos acompañará durante gran parte de la ruta.

Adentrándome en el bosque
Ordesa
Ordesa
Bosque de Turieto
Ordesa

Hay que decir que a Torla se puede llegar por el camino de Turieto Alto o por el camino de Turieto Bajo. Yo decidí hacerlo por Turieto Bajo para ir acompañado de las cascadas que más adelante mostraré.

Camino hacia Turieto Bajo

Aunque no había peligro en la senda, llegó un momento donde el camino estaba embarrado y mojado. Era algo que me avisaron en el Centro de Información de la Pradera de Ordesa, diciéndome que pasando con cuidado no había riesgo de caída.

Camino anegado de agua

Aunque el monte no lucía el color que me hubiera gustado, se veían ya muchos amarillos y algún que otro rojo. Además, el río Arazas corría con fuerza y disfruté un montón con ello, cosa que en 2021 no pude hacer debido a que apenas había llovido.

Ordesa
Ordesa
Ordesa

La primera de las cascadas que te encuentras en el camino es la Cascada de Abetos. Impresionante y espectacular el agua que llevaba.

Indicaciones hacia la Cascada de Abetos
Cascada de Abetos

El camino sigue entre el bosque y, de vez en cuando, algún claro se abría mostrando Ordesa en toda su belleza.

Camino por Turieto Bajo
Camino por Turieto Bajo
Ordesa mostrándose bonita
Ordesa mostrándose bonita

No muy lejos de la Cascada de Abetos se encuentra la Cascada de Tamborrotera. Aquí también se quisieron fotografiar Mery, Pepe y Chewi.

Indicaciones hacia la Cascada de Tamborrotera
Cascada de Tamborrotera
Cascada de Tamborrotera
Vistas desde la Cascada de Tamborrotera
Vistas desde la Cascada de Tamborrotera
Mery, Pepe y Chewi en la Cascada de Tamborrotera

Pronto, mis pies me llevaron hacia la tercera y última de las cascadas: Cascada de Molinieto. Desde la carretera, durante la subida en autobús, se ve y escuché hablar al conductor que 5 días atrás, antes de que cayeran las primeras lluvias, tan solo llevaba un hilo de agua.

Indicaciones de la Cascada de Molinieto
Cascada de Molinieto
Cascada de Molinieto
Mery, Pepe y Chewi en la Cascada de Molinieto
Chewi en la Cascada de Molinieto

A partir de aquí el camino pierde cierto encanto, por lo que apenas hice fotos. Al llegar a Torla, el día estaba más despejado y pude comprobar la nieve que había caído durante la noche en lo alto de las cimas de montaña. Hablando con el dueño del hotel me dijo que eran las primeras nieves de la temporada (21 de octubre), cuando debían haber estado ahí desde hacía un mes en condiciones normales. ¿La causa? El cambio climático que algunos (y algunas) se niegan a ver.

Llegando a Torla
Nieve en las cimas
Río Ara y río Arazas a su paso por Torla
Río Ara a su paso por Torla
Río Ara y río Arazas juntándose en Torla
Puente de la Glera
Río Ara a su paso por Torla
Llegada a Torla

Hasta aquí la mañana de mi segundo día visitando el parque nacional. La primera de las cuentas pendientes de 2021 quedó saldada, pues ese año me hubiese gustado hacer esta ruta pero no pudo ser debido a la falta de tiempo.

Por la tarde tocaría subir a los Miradores de Ordesa en 4×4 con una empresa de Broto. La experiencia fue gratificante, aunque eso os lo cuento en otra entrada.

Aragón – Valle de Broto: visitando la Cascada de Sorrosal y la población de Oto

El primer día de mi estancia en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, tras haber visitado por la mañana el Bosque de la Pardina del Señor, decidí acercarme hasta Broto, población a unos 10 minutos de Torla, y ver la Cascada de Sorrosal. Desde el pueblo apenas se tardan 5 minutos en llegar a la cascada. Es más, desde el puente que cruza el río Ara se ve. El caudal que llevaba era brutal. Las lluvias caídas durante la semana hizo que se recuperara. Al llegar hasta sus inmediaciones, sinceramente, acojonaba el enorme estruendo que hacía el agua al caer.

Cascada de Sorrosal
Cascada de Sorrosal
Cascada de Sorrosal
Cascada de Sorrosal

Días después me enteré que el río se desbordó y cortó la pequeña senda que llevaba hasta la cascada, por lo que el ayuntamiento de Broto decidió impedir el acceso hasta ella.

Ese mismo día, por la tarde, me acerqué hasta la pequeña población de Oto, a escasos 10 minutos en coche desde Broto. Me pareció un pueblo muy pequeño y tranquilo. Es más, al día siguiente conocí a una persona que vivía en Oto y le dije que me había encontrado por la calle a dos personas, tres gatos y dos perros.

Vistas desde Oto
Oto
Oto
Oto
Oto
Oto
Oto
Vistas desde Oto hacia Broto
Vistas desde Oto hacia Broto
Oto
Iglesia de Oto
Vistas desde Oto
Oto

A la vuelta hacia Torla, paré el coche en distintos apartaderos para captar el tímido otoño que empezaba a asomarse en el monte.

De camino a Torla
Monte otoñal desde Torla

Por cierto, la última foto está tirada desde la terraza de la habitación del hotel en el que me alojé en Torla: Hotel Edelweiss. Repetí la misma estancia que en 2021 debido a que quedé maravillado con el trato que me dieron.

Y estas fueron mis primeras aventuras en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. En días posteriores vendrían las emociones fuertes con otras cosas que visité y que permanecerán conmigo siempre en el recuerdo.

Aragón – Valle de Vió: reencuentro con el Bosque de la Pardina del Señor

El pasado 19 de octubre fue el día de mi reencuentro con el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Cuando en noviembre de 2021 me despedí de esta zona lo hice diciéndome a mí mismo que, tarde o temprano, volvería al parque nacional para disfrutar de su otoño. Ya en 2022 estuve a punto de hacerlo, aunque, finalmente, decidí visitar Asturias. En 2023 tenía claro que mis pies volverían a caminar por el Valle de Ordesa, el Valle de Pineta, etc.

El primer día de salidas, el 20 de octubre, estaba programado para realizar la ruta grande, la más espectacular y grandiosa, pero las lluvias caídas durante toda la semana y las que iban a caer ese mismo día provocó un cambio de planes.

Nada más desayunar, cogí el coche y me acerqué hasta mi bosque favorito de todos los que he visitado en España: el Bosque de la Pardina del Señor. Aquí hice las fotos más bonitas y espectaculares dos años atrás y quería ver cómo se encontraba en esos momentos. Nada más llegar a sus inmediaciones supe que esta vez no iba a ser tan bello como en 2021, pues el largo verano que hemos tenido también ha afectado al Pirineo Aragonés y estaba todo aún muy verde. No obstante, a pesar de la lluvia que caía en esos momentos, disfruté del momento.

Bosque de la Pardina del Señor
Bosque de la Pardina del Señor
Bosque de la Pardina del Señor
Bosque de la Pardina del Señor
Bosque de la Pardina del Señor

Este día me pasó la primera anécdota. Quise acercarme hasta el Mirador de Añisclo tomando la carretera que baja desde la población de Fanlo. Sin embargo, llegó un momento donde la carretera se cortaba: un enorme tronco de un árbol estaba cruzado en la mitad impidiendo el paso. Abajo, varias máquinas excavadoras estaban de obras. Pensé «¿y ahora cómo demonios doy la vuelta en esta carretera tan estrecha?» Haciendo varias maniobras conseguí dar la vuelta y al llegar a un cruce, donde había un enorme tráiler aparcado, vi un cartel que indicaba que la carretera estaba cortada por obras. Gracias, señor del tráiler, por tapar el puñetero cartel.

Pasada la anécdota y los agobios del principio, volví de nuevo hacia Torla. Tres días después, el lunes, también caía agua a cántaros y decidí acercarme de nuevo a este bosque para ver la evolución del otoño. Aunque no había avanzado mucho, sí se notaban los árboles más amarillos.

Tres días después

Tomé fotos parecidas a las de 2021 (donde el bosque lucía un impresionante colorido), pero esta vez, como podréis comprobar, estaba todo aún muy verde. Bueno, no pasa nada. Si hiciera las mismas fotos no tendría sentido. Ahora tengo fotos de este bosque empezando a tomar color (2023) y también fotos con el otoño en su punto álgido (2021).

Bosque de la Pardina del Señor
Bosque de la Pardina del Señor
Bosque de la Pardina del Señor
Bosque de la Pardina del Señor
Bosque de la Pardina del Señor
Bosque de la Pardina del Señor
Bosque de la Pardina del Señor
Bosque de la Pardina del Señor
Bosque de la Pardina del Señor

En esta ocasión, Mery y Pepe se llevaron de acompañante a su amigo Chewi, que el pobre solo había visto paredes en sus años de vida.

Mery, Pepe y Chewi en el Bosque de la Pardina del Señor
Bosque de la Pardina del Señor

Y en el año 2023 no solo ha habido cambios respecto al color otoñal. Ha habido otros cambios más significativos. El primer viaje largo de mi nuevo juguete 🙂

Bosque de la Pardina del Señor
Bosque de la Pardina del Señor
Bosque de la Pardina del Señor
Bosque de la Pardina del Señor

Y esto es todo lo relativo a este gran bosque. A pesar del desánimo por ver el otoño aún asomándose tímidamente, disfrutar de la lluvia en este bosque es una de las mejores sensaciones que uno puede tener en contacto con la naturaleza. Como ya dije en 2021, animo a todo amante de la naturaleza a visitar el Bosque de la Pardina del Señor en otoño. Simplemente, es espectacular.