El primer día de mi estancia en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, tras haber visitado por la mañana el Bosque de la Pardina del Señor, decidí acercarme hasta Broto, población a unos 10 minutos de Torla, y ver la Cascada de Sorrosal. Desde el pueblo apenas se tardan 5 minutos en llegar a la cascada. Es más, desde el puente que cruza el río Ara se ve. El caudal que llevaba era brutal. Las lluvias caídas durante la semana hizo que se recuperara. Al llegar hasta sus inmediaciones, sinceramente, acojonaba el enorme estruendo que hacía el agua al caer.
Días después me enteré que el río se desbordó y cortó la pequeña senda que llevaba hasta la cascada, por lo que el ayuntamiento de Broto decidió impedir el acceso hasta ella.
Ese mismo día, por la tarde, me acerqué hasta la pequeña población de Oto, a escasos 10 minutos en coche desde Broto. Me pareció un pueblo muy pequeño y tranquilo. Es más, al día siguiente conocí a una persona que vivía en Oto y le dije que me había encontrado por la calle a dos personas, tres gatos y dos perros.
A la vuelta hacia Torla, paré el coche en distintos apartaderos para captar el tímido otoño que empezaba a asomarse en el monte.
Por cierto, la última foto está tirada desde la terraza de la habitación del hotel en el que me alojé en Torla: Hotel Edelweiss. Repetí la misma estancia que en 2021 debido a que quedé maravillado con el trato que me dieron.
Y estas fueron mis primeras aventuras en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. En días posteriores vendrían las emociones fuertes con otras cosas que visité y que permanecerán conmigo siempre en el recuerdo.