El jueves 6 de noviembre me levanté dispuesto a seguir recordando lugares que visité el año pasado. Cogí el coche y fui hasta el Hayedo Encantado de Urbasa para ver cómo estaba el otoño por allí. Aparqué el coche en el aparcamiento habilitado y no anduve haciendo la ruta, pues allí los árboles estaban ya desnudos de sus hojas y lo iba a ver como en otoño de 2024. Mi objetivo era haberlo visto con más hojas, pero llegué tarde a pesar de que este año he ido una semana antes.
Con esta pequeña decepción, la única en todas las vacaciones, volví con el coche en dirección a Zudaire. Hice una parada en el aparcamiento del Mirador de Ubaba y así volver a hacer fotos desde lo alto. Allí sí sabía que quedaba mucho otoño puesto que el día anterior estuve en el Nacedero del Urederra. Este se ve desde lo alto del Mirador de Ubaba.
Al llegar, el primero de los hayas me dio la bienvenida. Aunque andaba calvo por arriba, aún le quedaban muchas hojas.
Hacia el Mirador de Ubaba
En menos de 10 minutos estaba en el principio del Mirador de Ubaba.
Llegando al Mirador de UbabaVistas desde el Mirador de UbabaVistas desde el Mirador de Ubaba
En el hayedo de arriba los árboles apenas tenían otoño. El año pasado, habiendo ido una semana después, tenían muchas más hojas y lucían mucho más bonitos. De todas maneras, aún quedaban estampas bonitas de otoño.
Hayedo en el Mirador de UbabaHayedo en el Mirador de Ubaba
El paseo por el Mirador de Ubaba era agradable. De vez en cuando el sol hacía el amago de salir y alumbraba parte del hayedo del nacedero.
Vistas desde el Mirador de UbabaVistas desde el Mirador de UbabaVistas desde el Mirador de UbabaVistas desde el Mirador de UbabaVistas desde el Mirador de UbabaVistas desde el Mirador de Ubaba
Como el año pasado, decidí bajar hasta el Barranco Alemán, lugar desde el que hay unas vistas privilegiadas hacia el Nacedero del Urederra.
Bajando hacia el Barranco AlemánVistas desde el Barranco AlemánVistas desde el Barranco AlemánVistas desde el Barranco AlemánVistas desde el Barranco AlemánMery y Pepe desde el Barranco Alemán
Esta fue mi aventura en el penúltimo día por tierras navarras. Todavía me quedaba el viernes para visitar algo, aunque, sinceramente, no tenía ni idea de dónde iba a ir porque el otoño por la Sierra de Urbasa estaba finiquitado. Por momentos, pensé en no hacer nada el viernes y así tomármelo de descanso para el viaje de vuelta el sábado. No obstante, en el hostal me dieron una idea de adónde podía ir en mi último día de vacaciones.
El viernes 31 de octubre, Halloween, decidí ir a pasar miedo al sub-valle de Belagua, dentro del Valle de Roncal. Sin embargo, lo que menos sentí fue miedo y sí mucha satisfacción ante una de las sorpresas de mis vacaciones otoñales.
Para este día tenía planificado acercarme hasta el Rincón de Belagua, lugar donde parte una ruta de unos 5 kilómetros (ida y vuelta) por un extenso hayedo. He de decir que elegí esta ruta porque era corta y sencilla para así seguir dosificándome de cara a lo que se venía en días posteriores.
Previamente, apenas encontré fotos de esta zona por las redes sociales. Así que no sabía lo que me iba a encontrar a mi llegada. Nada más aparcar el coche salí de dudas. Me bajé de él asombrado por el enorme hayedo que tenía ante mí. Árboles gigantescos se alzaban altos. Y, para más fortuna, todos con el color otoñal que tanto me apasiona.
Punto de inicio de la rutaHayedo de Larra-BelaguaHayedo de Larra-Belagua
Enseguida comencé a pasear entre el inmenso hayedo. Por un momento quería tirar fotos, sin embargo, me quedaba embobado alzando la cabeza ante seres tan monstruosos. Caminar entre ellos era una sensación única. Y hacerlo sin compañía alguna, escuchando únicamente el canto de los pájaros, el sonido del viento o el crujir de las hojas a mi paso era mejor aún.
Caminando por el Hayedo de Larra-BelaguaCaminando por el Hayedo de Larra-BelaguaCaminando por el Hayedo de Larra-BelaguaCaminando por el Hayedo de Larra-BelaguaCaminando por el Hayedo de Larra-BelaguaCaminando por el Hayedo de Larra-BelaguaCaminando por el Hayedo de Larra-Belagua
La ruta apenas tiene desnivel. Tan solo una pequeña subida hacia lo que creo que era una pradera, lugar desde el que se obtienen unas bonitas vistas hacia las sierras.
Vistas desde la praderaVistas desde la praderaVistas desde la pradera
Aquí aparecen varias opciones a seguir. Yo decidí volver sobre mis pasos para internarme de nuevo en el profundo hayedo.
Indicaciones a seguir
A la vuelta seguí disfrutando con los rincones encontrados.
Hayedo de Larra-BelaguaHayedo de Larra-BelaguaHayedo de Larra-BelaguaHayedo de Larra-Belagua
El fin de la ruta estaba cerca. De hecho, en la foto anterior se puede ver al fondo el punto de inicio.
Aparcamiento de Larra-Belagua
Desde el coche vi a lo lejos un gato subido al capó de un coche. Estaba aparcado justo al lado del restaurante. Me acerqué hasta él para intentar hacerle una foto. Y me llevé la sorpresa al ver a un pequeñín subido en unos troncos.
Gatitos en Larra-BelaguaGatito en Larra-Belagua
Como aún tenía mucha mañana por delante decidí subir con el coche hasta un mirador.
Mirador de Larra-Belagua
A la vuelta, paré en un apartado de la carretera para seguir captando el otoño en su máxima expresión.
Otoño en Larra-Belagua
Cuando creía que ya estaba todo servido y que no haría más paradas, me llamó la atención uno de los puentes romanos hallados en las cercanías de Isaba. Paré para inspeccionar la zona y vi que allí estaba también la Cueva del Ibón, la misma que decidí el día anterior no visitar durante la ruta a la Cascada de Belabarce.
Puente de OtsindunduaPuente de OtsindunduaPuente de OtsindunduaCueva del IbónCueva del Ibón
Pero aquí lo que más me llamó la atención fue el río Belagua. Delante tenía una foto de postal, pero había que bajar cuatro o cinco metros saltando por las rocas. Me arriesgué con mucho cuidado hasta llegar a la orilla del río y así poder fotografiar aquella preciosa estampa.
Otoño sobre el río BelaguaOtoño sobre el río BelaguaOtoño sobre el río Belagua
Aquel día volví al hotel súper emocionado. No me podía creer la suerte que estaba teniendo todos los días en cada sitio visitado. El otoño estaba en el punto de color que tanto me gusta a mí y, además, el tiempo acompañaba para poder hacer fotos bonitas. Porque, aunque hubo días con lluvia, no fue un impedimento para seguir disfrutando de esta época que tantas pasiones levanta.
Para finalizar, quiero compartir con vosotros una conversación tenida con un amigo de Córdoba este mismo día a mi vuelta al hotel. Le comentaba esto mismo, que estaba teniendo mucha suerte con el otoño que me estaba encontrando este año. Y sus palabras me llegaron muy adentro:
Estás en tu momento, tío. Me alegro de que el clima te sonría. He visto a pocas personas tan comprometidas con la naturaleza y con algo tan efímero e intangible como el otoño.
La contestación a esas palabras fue:
Es lo mejor. Que se va rápido y luego esperas ansioso otro año más hasta volver a deleitarte con un nuevo otoño. Si durara meses no sería igual. Porque te cansarías de verlo.
El jueves 30 de octubre, mi primer día en el Valle de Roncal, estaba planificado para realizar una sencilla ruta hacia la Cascada de Belabarce. Mi nueva estancia era en Isaba (Hostal Lola) y la ruta partía desde el mismo pueblo.
Tras haber desayunado puse rumbo a esta cascada. El día de antes, al igual que en la Selva de Oza, había estado lloviendo y el monte lucía bastante bonito. Para el citado día iba a estar despejado y esta vez no tuve que echar mano del paraguas.
Nada más salir del pueblo vi algunas nieblas que aún no habían levantado. El paisaje invitaba a pensar que iba a ser un día bueno en cuento a fotografías.
Saliendo de Isaba
Un cartel indicando la Senda Pirenaica supone el comienzo. Hay que seguir las marcas blancas y rojas hacia Zuriza.
Ruta a seguir
Pronto se llega a una pequeña ermita. Me pareció curioso que se llamara igual que la ermita de mi pueblo natal: Ermita Belén.
Ermita Belén
Las nieblas se resistían a abandonar el Valle de Roncal. Y eso para mí era un deleite para mis ojos y mi cámara.
Otoño en el Valle de RoncalNieblas en el Valle de RoncalNieblas en el Valle de RoncalNieblas en el Valle de Roncal
Al rato de estar caminando, un desvío marcaba las indicaciones hacia la Cascada de Belabarce.
Indicaciones a la cascada
Bastante antes de llegar al objetivo del día hice parada durante bastante rato para captar el otoño en el río Belabarce. La estampa que había a su alrededor me pareció preciosa.
Senda hacia la cascadaRío BelabarceRío BelabarceRío BelabarceRío Belabarce
Como se puede apreciar en la siguiente imagen, la ruta está perfectamente señalizada y es imposible perderse.
Indicaciones hacia la cascada
Fue a pocos metros del final de la ruta donde el otoño lucía más impresionante.
Llegando a la Cascada de BelabarceLlegando a la Cascada de BelabarceLlegando a la Cascada de BelabarceLlegando a la Cascada de BelabarceLlegando a la Cascada de BelabarceLlegando a la Cascada de BelabarceLlegando a la Cascada de BelabarceLlegando a la Cascada de Belabarce
Tan solo quedaba subir una pasarela de madera y tenía ante mí la cascada.
Cascada de BelabarceCascada de BelabarceMery y Pepe en la Cascada de Belabarce
A la vuelta, tan solo hice una parada en una parte del río donde no había tirado fotos a la ida.
Río BelabarceRío Belabarce
Hasta aquí esta bonita ruta por el Valle de Roncal. Tan solo comentar un par de cosas:
1-Existe la posibilidad de realizar una ruta circular donde se visita la Cueva del Ibón. En total son unos 9,5 kilómetros (ida y vuelta) y también está señalizado cómo llegar a esta cueva.
2-En mi caso, decidí volver sobre mis pasos y no realizar esta ruta circular. El motivo era porque aún me quedaba algo más de una semana de vacaciones por el norte y quería dosificar esfuerzos para las rutas que estaban por llegar en los siguientes días. En este caso, son unos 8 kilómetros (ida y vuelta), aunque con menos desnivel que la ruta circular.
Para finalizar, comentar que la estancia en el Hostal Lola fue súper satisfactoria. La habitación tenía una cama grande y cómoda. Pero lo más destacable es la comida. Todos los días desayuné, comí y cené allí. Hacen comidas caseras riquísimas. Y el personal es amable, atento y te ayuda en cualquier duda que tengas. De hecho, fue el dueño del hostal quien me indicó desde dónde partía la ruta a la Cascada de Belabarce. Así como también me indicó dónde podía comprar queso del Roncal, quizá, los mejores quesos de toda Navarra.
El viernes 15 de noviembre poníamos fin a nuestras vacaciones visitando la población de Olite, famosa por tener un Palacio Real cuya belleza es suprema. Este día teníamos hecha otra reserva en el Nacedero del Urederra, pero al haber quedado contentos con la visita de cuatro días atrás decidimos cancelarla y reservar la entrada al palacio por internet.
Teníamos programada una visita guiada a las 12:00 y llegamos con casi 45 minutos de antelación. Nos dio tiempo de tomar un café en un bar de las cercanías o de visitar el Centro de Recepción del Palacio Real de Olite.
No voy a pararme a contar cada una de las dependencias que visitamos ni la historia de este palacio. Simplemente os diré que, si paráis por la zona, la entrada es una visita obligada.
Palacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OliteAbeja en el Palacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OliteVistas desde el Palacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de Olite
Se puede subir a algunas de las torres del palacio. La subida hasta la torre más alta de todas provoca algo de vértigo, por la altura y porque el espacio es prácticamente nulo. Caben tres personas escasamente en lo más alto. Eso sí, las vistas dejan con la boca abierta.
Vistas desde una torre del Palacio Real de OliteVistas desde una torre del Palacio Real de OliteVistas desde una torre del Palacio Real de OliteVistas desde una torre del Palacio Real de OliteVistas desde una torre del Palacio Real de OliteVistas desde una torre del Palacio Real de OliteVistas desde una torre del Palacio Real de OliteVistas desde una torre del Palacio Real de OliteVistas desde una torre del Palacio Real de OliteVistas desde una torre del Palacio Real de OliteVistas desde una torre del Palacio Real de OliteVistas desde una torre del Palacio Real de Olite
Hasta Mery y Pepe quisieron llevarse un buen recuerdo de su último día de vacaciones por Navarra.
Mery y Pepe en el Palacio Real de Olite
Dimos una última vuelta por el palacio antes de ir a comer.
Palacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de OlitePalacio Real de Olite
Después de comer, para reposar un poco la comida antes de volvernos a nuestro hotel, dimos un paseo hacia la Iglesia de San Pedro. Desde el palacio vimos que tenía pinta de ser bonita.
Iglesia de San Pedro en OliteIglesia de San Pedro en Olite
Aquí pusimos punto y final a nuestras vacaciones por Navarra. Creo que es la primera vez en los últimos 5 años que consigo ver todas las cosas que tenía planeadas. Y es que, aunque hubo días que nos salió nublado y con frío, no fue un impedimento para llevar a cabo nuestras visitas.
De todo lo visto, sin ninguna duda, me quedo con la ruta por el Nacedero del Urederra. Varios años atrás descubrí este lugar por las redes sociales y me dije que tenía que visitarlo al menos una vez en la vida. Una vez allí las fotos no hicieron justicia a lo que veían mis ojos en vivo y directo. Me atrevo a decir que, junto al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, es el otoño más espectacular que nunca he visto. Me quedé tan maravillado con el paisaje que ya tengo en mente volver el año próximo.
Sin más que contar de mis vacaciones otoñales por Navarra me despido hasta otra ocasión. Y como es probable que no sea hasta el año 2025 aprovecho para desearos a todos Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo.