El miércoles 29 de octubre tocaba abandonar los Valles Occidentales de Aragón para poner rumbo al Valle de Roncal, en Navarra. En los planes iniciales estaba visitar los pueblos de Burgui y Roncal antes de llegar a Isaba, lugar de mi nueva estancia. Sin embargo, el día de antes vi que la mañana iba a salir lluviosa, por tanto, sin dudarlo, decidí cambiar de planes y acercarme hasta la Selva de Oza para fotografiar su otoño.
Nada más levantarme por la mañana y subir la persiana vi que caía agua sin cesar. No era una lluvia torrencial, aunque era la justa para mojarte de lo lindo tirando fotos. No me importó, pues decidí seguir con mis planes aprovisionándome con un paraguas para no mojarme ni para que no se mojara la cámara.
Al adentrarme en la Selva de Oza supe que la mañana iba a ser un espectáculo. En lo alto se levantaban nieblas y seguía sin parar de llover provocando que los colores del otoño se acentuaran y se vieran brillantes. En cada hueco donde veía que podía dejar el coche hacía una parada, sacaba el trípode, el paraguas y me ponía a tirar fotos.
Otoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de Oza
Las emociones siguieron en aumento al hacer una parada junto al río y adentrarme en la orilla. Corría bastante agua y el color otoñal a su alrededor era brutal.
Otoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de Oza
La carretera también mostraba un manto colorido de hojas que se habían caído, aunque la mayoría permanecían en los árboles.
Otoño en la carretera de la Selva de OzaOtoño en la carretera de la Selva de OzaOtoño en la carretera de la Selva de Oza
La siguiente parada la hice al lado del refugio forestal hallado en la misma carretera. En ese momento paró algo la lluvia y pude hacer algunas fotos sin tener que echar mano al paraguas.
Otoño en el río Aragón-SubordánOtoño en el río Aragón-SubordánOtoño en el río Aragón-SubordánOtoño en el río Aragón-SubordánOtoño en el río Aragón-Subordán
La última parada fue en las inmediaciones del Campamento Ramiro El Monje. Dejé el coche en el Parking Selva de Oza y me acerqué hasta un pequeño puente por el que pasaba por debajo el Barranco Estriviella. La lluvia aceleró, caía agua de narices, pero no iba a abandonar en mi empeño de seguir haciendo fotos. Sin lugar a dudas, en este punto fue donde hice las fotografías más bonitas de toda la mañana.
Otoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de OzaOtoño en la Selva de Oza
Me di por satisfecho con todas las fotos conseguidas y decidí volver para poner rumbo al Valle de Roncal. No sin antes hacer una parada a la entrada de Siresa y captar su otoño por última vez en lo alto de la sierra.
Otoño en el Valle de HechoOtoño en el Valle de HechoOtoño en el Valle de Hecho
Y también, de camino a mi nuevo destino, hice otra parada para captar el otoño en el Valle de Ansó desde lo alto de la carretera. La imagen me recordó mucho al Bosque de la Pardina del Señor, en Fanlo.
Otoño en el Valle de Ansó
Hasta aquí la narración de mis emociones fuertes el día que me acerqué a la Selva de Oza. Sin lugar a dudas, hice las fotos otoñales más bonitas de mi vida. Y son ya unos cuántos otoños tirando fotos.
Para finalizar, cuando conocí la Selva de Oza hace cuatro años lo hice a la semana siguiente de conocer también el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Recuerdo decir que el otoño en la Selva de Oza no tenía nada que envidiar al del parque nacional. Cuatro años después, tras mi vuelta a la Selva de Oza, confirmo lo dicho. Y es que, cuando la Selva de Oza se viste de gala, muy pocos pueden hacerle la competencia en cuanto a belleza se refiere.
El martes 28 de octubre me disponía a realizar la ruta hacia el Valle de Aguas Tuertas, situado dentro de los Valles Occidentales de Aragón y por encima de la Selva de Oza.
En esta ocasión, desde días antes supe que iba a ser la buena. Para el día elegido iba a tener un solazo casi de primavera, nada que ver a cómo me había encontrado la zona cuatro años atrás cuando cayó la primera gran nevada de la temporada.
Subí con el coche hasta el parking de Guarrinza. De ahí en adelante, a pesar de que se trate de una pista ancha donde se pueden cruzar dos coches, no se puede pasar (tan solo vehículos autorizados pueden hacerlo).
Inicio de la ruta hacia Aguas Tuertas
En el mismo punto de inicio de la ruta corría el agua en el Barranco del Barcal. Me entretuve haciendo algunas fotos.
Barranco del BarcalBarranco del Barcal
Durante la ruta de subida apenas llama la atención nada. Todo lo bonito queda a nuestras espaldas con las faldas de las montañas llenas de color y la Mesa de los Tres Reyes alzándose alto.
Subiendo a Aguas TuertasSubiendo a Aguas TuertasVistas traseras llegando al Valle de Aguas Tuertas
A pesar de que tan solo hay un camino a seguir, la ruta está perfectamente señalizada. No tiene pérdida alguna.
Indicaciones hacia Aguas Tuertas
No os olvidéis de cerrar la puerta, que se escapa el gato se escapan las vacas.
Cerrad la puerta a Aguas Tuertas
Cinco minutos más de subida entre veredas y llegamos hasta el Valle de Aguas Tuertas. Lo primero que nos encontramos es un establo.
Establo en Aguas Tuertas
Tomé el sendero de la izquierda en busca de un mirador y del dólmen.
Mirador de Aguas TuertasMery y Pepe en el mirador de Aguas TuertasDólmen en Aguas Tuertas
Las vistas desde donde cae el agua del río hacia un gran barranco son preciosas.
Vistas desde el Valle de Aguas TuertasVistas desde el Valle de Aguas Tuertas
Volví sobre mis pasos hacia el establo y esta vez cogí el sendero de la derecha. Lleva hasta el Ibón de Estanés, pero mi objetivo no era llegar hasta él sino buscar algún punto más alto para obtener una buena panorámica de Aguas Tuertas. No tardé en encontrarlo y fue el lugar en el que me senté a descansar y comer un bocadillo.
Aguas TuertasAguas TuertasAguas TuertasAguas TuertasDescansando en Aguas Tuertas
Antes de volver al parking de Guarrinza hice varias fotos consecutivas para luego montar una foto panorámica de todo el Valle de Aguas Tuertas. Creo que el resultado final no ha quedado mal del todo.
Panorámica del Valle de Aguas Tuertas
Después de media hora aproximadamente entretenido con las fotos tomé la decisión de volver. La última foto se la hice a una vaquita que se cruzó en mi camino.
Vaquita en el camino
Hasta aquí mi aventura por el Valle de Aguas Tuertas. Al volver quise hacer algunas fotos a la Selva de Oza, que lucía un bonito color otoñal. No fue posible debido a que el puñetero sol se alzaba alto y había una luz horrible. Muy a mi pesar, volví al hotel de Siresa para comer. Mientras comía miré el tiempo que iba a hacer al día siguiente. La lluvia que iba a caer provocó un cambio de planes. En ese momento, tomé la mejor decisión de todas mis vacaciones: volver a la mañana siguiente a la Selva de Oza.
En otoño de 2023, durante mi estancia en Torla (Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido), planifiqué ir a la Estación de Canfranc. Tenía reservada una visita guiada contratada con la empresa Sargantana a las 17:00, sin embargo, el día de antes los llamé para cancelar dicha visita. El motivo fue que para ese día íbamos a estar en alerta amarilla de vientos y lluvia en todo el Pirineo Aragonés, por tanto, decidí no jugármela y dejar la visita para otra ocasión.
Esa otra ocasión llegó el día 27 de octubre de este año. Igualmente, tenía contratada la visita guiada con la misma empresa, salvo que esta vez la tenía para las 12:00.
Desde mi hotel de Siresa se tarda aproximadamente una hora, por lo que salí con mucha antelación para así hacer algunas fotos antes de que comenzara la visita.
Al llegar, el monte de detrás de la estación lucía un bonito colorido otoñal, justo lo que también iba buscando. El día iba a estar muy soleado, así que aproveché para hacer algunas fotos antes de que levantara el sol justo por detrás de ese monte.
Estación de CanfrancEstación de Canfranc
He de decir que la Estación de Canfranc estuvo abandonada y prácticamente en ruinas desde los años 70 del siglo pasado hasta el año 2020, año donde fue reconvertida en un hotel de cinco estrellas llevada a cabo por el grupo Hoteles Barceló.
Pronto, el sol se alzó alto y la estación comenzó a cobrar otro sentido. Siempre odio los días soleados para hacer fotos, sin embargo, esta vez lo agradecía para que la estación se iluminara y saliera a la luz toda su belleza.
Me entretuve por sus alrededores antes de que llegara María, persona que iba a guiarnos por toda la estación para contarnos su historia.
Vagón de trenVagón de trenEstación de Canfranc
Uno de los vagones sirve como restaurante y está gestionado por el mismo personal del hotel. El chef que cocina tiene dos Estrellas Michelín y si quieres comer allí debes reservar con tres meses de antelación como mínimo.
Vagón-Restaurante de CanfrancDistancias kilométricas a otras estaciones
La estampa de la estación con su otoño colorido detrás me pareció preciosa.
Estación de CanfrancEstación de Canfranc
Este mismo año se ha inaugurado la nueva línea de tren hasta Jaca. Entré un momento a la estación para ver las vías.
Nueva línea de tren a JacaNueva línea de tren a Jaca
Antes de ir hasta el punto de encuentro para comenzar con la visita guiada me entretuve haciendo más fotos por los alrededores. La verdad es que la estación es una auténtica maravilla y toda una obra de arte.
Alrededores de la Estación de CanfrancAlrededores de la Estación de CanfrancAlrededores de la Estación de Canfranc
El punto de encuentro era el puente sobre el río Aragón, ubicado a los pies de la estación.
Puente sobre el río Aragón en la Estación de CanfrancPuente sobre el río Aragón en la Estación de Canfranc
Desde este puente tiré la foto más bonita del día y que estampa la belleza de la estación con el otoño de fondo.
Estación de Canfranc
María llegó puntual a las 12:00 y comenzamos la visita guiada. Decir que fue un auténtico placer escucharla contar historias de este mítico lugar: el cómo surgió la idea de inaugurar una estación de tren en mitad de un valle glaciar, el cómo se gestionaban los negocios en la estación, la parte que pertenecía a España, la que pertenecía a Francia o el negocio llevado a cabo entre Franco y Hitler en los años de la Segunda Guerra Mundial. No os contaré más y os animo a visitar la estación, con visita guiada, para que aprendáis más de estas cosas. Además, descubriréis historias que no se encuentran por la red. Las más valiosas y las más verdaderas. Aquellas que han dejado en herencia la gente mayor que trabajó en el siglo pasado en este enclave. Algunas ponen los pelos de punta y no dejas de admirar el valor que tuvieron algunas personas en los años de guerra.
La visita duró una hora y media, con entrada incluida al hall del hotel.
Hall del Royal Hideaway Hotel
Después de comer, antes de volver a Siresa, me di una última vuelta por los alrededores de la estación. Me fui hasta la parte vieja, la que aún no ha sido reformada. Aunque hay un proyecto de rehabilitación que no se sabe cuándo comenzará.
Alrededores de la Estación de CanfrancAntiguas vías de tren que siguen de exposiciónAntiguas vías de tren que siguen de exposiciónAntiguas vías de tren que siguen de exposiciónViejos almacenes de la Estación de Canfranc Antiguas vías de tren que siguen de exposiciónViejo vagón de tren abandonadoVagón de exposición
La última foto la hice apoyado en la fachada principal de lo que ahora es un hotel.
Fachada del Royal Hideaway Hotel
Por cierto, dato interesante: la longitud de la Estación de Canfranc es de 241 metros, 12 metros más de lo que medía el Titanic. Una auténtica locura hacer esto en los años 20 del siglo pasado.
Hice una última parada en la Torre de Fusileros, ubicada en la carretera que lleva desde Canfranc-Estación hasta Canfranc pueblo (no confundir porque son dos pueblos distintos).
Torre de Fusileros
Hasta aquí mi aventura por la Estación de Canfranc. En mi segundo día por el Pirineo Aragonés me quité otra de las espinas que tenía clavadas. Esta desde dos años atrás.
Al día siguiente tocaría quitarme la tercera de las espinas clavadas subiendo hasta el Valle de Aguas Tuertas, lugar al que me dolió muchísimo no haber podido subir durante mi estancia en el otoño de 2021.
El domingo 29 de octubre, tras haber disfrutado un montón con la ruta a las Gorgas de Alba, tenía aún media mañana por delante para ir hasta Cerler, considerado el pueblo más alto del Pirineo Aragonés. Había visto fotos por internet de su casco antiguo y era visita obligada.
Cerler
Antes de llegar al pueblo hice una parada en un apartadero de la carretera para fotografiar el Valle de Benasque desde las alturas. En ese momento, no sabía que unos kilómetros más arriba iba a disfrutar de unas vistas más impresionantes.
Vistas subiendo hacia CerlerVistas subiendo hacia Cerler
En un acto involuntario, mi coche se lanzó hacia las indicaciones de un mirador. Se trataba del Mirador del Valle de Benasque. Desde allí se podía divisar todo el valle, además de unas vistas impresionantes del pueblo de Benasque.
Mirador del Valle de BenasqueBenasque desde el miradorBenasque desde el miradorBenasque desde el miradorBenasque desde el miradorValle de BenasqueMery, Pepe y Chewi desde el Mirador del Valle de BenasqueChewi desde el Mirador del Valle de BenasqueChewi desde el Mirador del Valle de Benasque
A la llegada a Cerler, antes de adentrarme en el casco histórico, estuve dando una vuelta para fotografiar el entorno.
Hotel Edelweiss de CerlerVistas desde CerlerVistas desde CerlerVistas desde CerlerVistas desde CerlerVistas desde Cerler
Pero yo no había subido hasta Cerler para únicamente fotografiar los paisajes vistos desde allí. El objetivo principal, como ya he dicho, era pasear por las calles del casco histórico. Pronto, me dirigí hasta allí. Y para no variar, tal y como me ocurrió en Anciles y Sahún el día anterior, las calles estaban vacías. Ello hizo que, al estar también el día nublado, disfrutara un montón tirando fotos.
Casa en CerlerCasa en CerlerCasa en CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerVistas desde el casco histórico de CerlerVistas desde el casco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de Cerler
Sin ninguna duda, Cerler es uno de los pueblos más bonitos del Valle de Benasque. Si pasáis por la zona, es visita obligada. Marcharse del valle sin haber paseado por las calles de esta pequeña población debería ser sancionado por la ley.
Benasque
No fue hasta el tercer día en Benasque cuando me animé a pasear por el casco histórico. Aquel día comí en el Hotel Restaurante San Antón, a la entrada a la población. Totalmente recomendable. Me gustó tanto la comida, que por la noche volví para cenar allí, a pesar de que tenía contratada media pensión en el Hotel El Pilar, lugar de mi estancia.
Dejé el coche aparcado en uno de los múltiples aparcamientos públicos que tiene la población y crucé el puente que atraviesa el río.
Puente de BenasqueDesde el puente de Benasque
A pesar de que me había encontrado las calles vacías en Anciles, Sahún y Cerler, me sorprendió mucho, muchísimo que también estuvieran vacías las calles de Benasque, una población con 2.200 habitantes. Parecía un pueblo fantasma y apenas me crucé con gente. Yo me decía para mí mismo «vale, el turismo principal de Benasque es en temporada invernal con la estación de esquí a escasos kilómetros, pero, ¿dónde demonios está la gente del pueblo?». Ni que decir tiene que no fue un disgusto para mí. Justo al contrario. A mí me encanta fotografiar las calles de los pueblos sin gente por medio, no obstante, fue algo que me llamó mucho la atención.
Casco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de Benasque
Al igual que he dicho con Cerler, también es obligatorio pasear por el casco histórico de Benasque si vas por la zona. Además, es la capital de todo el valle y tiene mucha oferta de alojamientos, así como de restaurantes.
Mi última tarde en Benasque, al terminar de pasear por el casco histórico, me volví a pasar por el Centro de Interpretación del Parque Natural Posets-Maladeta para despedirme de Inma. Gracias a ella conocí sitios muy bonitos del valle y lo que menos podía hacer era despedirme, puesto que al día siguiente, al ser lunes, el centro no abría. Ella me contó que era la primera vez que veía el pueblo tan vacío de gente. El estar la carretera principal de acceso al valle cortada, sin duda, penalizó al turismo en época otoñal. De cara a la temporada de invierno volverán a abrirla y se espera que el turismo se recupere.
Aquel día sería el último de mi estancia en Benasque, aunque no en el valle. Aún pasaría una noche más en otro hotel, el Hotel Eriste, debido a causas de fuerza mayor. No obstante, el trato allí fue fenomenal y si algún día vuelvo por la zona, sin duda, me alojaré en el Hotel Eriste. Lo que tengo muy muy claro es que no volveré a alojarme en el Hotel El Pilar por una serie de cosas que citaré a continuación. He viajado mucho en mi vida, me he alojado en más de 20 hoteles y en ninguno me he encontrado las cosas que vi en el Hotel El Pilar.
-La habitación estaba fría y el baño olía a humedad. -La habitación estaba fría porque la calefacción estaba puesta muy muy baja. Los radiadores apenas calentaban. El último día, incluso, estaba apagada. Y esto con 5 grados por la noche en la calle. -La comida estaba mala. Las croquetas y canelones eran congelados y recalentados. -La alfombra del baño se mojó y no dio tiempo a secarse (normal, el baño estaba helado). No la cambiaron al día siguiente. -Te dan dos botecitos de gel súper pequeños y al terminarse no los reponen. Vamos, dos botecitos de gel para 4 días. -El agua durante las comidas me la sirvieron en una jarra de plástico y era del grifo, que, por cierto, estaba malísima. -El último día hubo una persona que cenó fuera y al volver después de las doce de la noche insistió durante media hora para que le abrieran. Nadie le abrió y estuvo hasta la una insistiendo, provocando que el resto de huéspedes del hotel no pudieran dormir. -Otra cosa que no entiendo es que no me dejaron reservar hasta el 31 de octubre porque me dijeron que el 30 se iban de vacaciones. Hasta aquí todo normal, pero el mismo día 30 hablé con otra gente en el desayuno y me dijeron que ellos se quedaban una noche más. ¿Por qué unos sí y yo no? Ni idea, aunque, visto lo visto, me hicieron un favor porque me moría de ganas de abandonar la estancia allí.
Resumiendo, la estancia en ese hotel durante 4 días se me hizo eterna. Como he dicho unas líneas más arriba, la última noche decidí cenar en el Hotel Restaurante San Antón, aunque tuviera contratada media pensión en el Hotel El Pilar y la cena entrara en el precio.
Mis vacaciones se iban agotando y tan solo me quedaban cuatro días más por el norte. Pero lo que me animaba era que aún tenía que poner el broche final a unas memorables vacaciones despidiéndome del Valle de Benasque, visitando un par de lugares del Valle de Arán y poniendo la guinda final fotografiando a una bella ave en peligro de extinción.
El sábado 21 de octubre me disponía a coger el autobús que te sube a la Pradera de Ordesa para realizar la primera de las rutas senderistas programadas: la ruta hacia Torla por Turieto Bajo. Hay que decir que esta ruta se puede realizar al revés, yendo desde Torla hasta la pradera, sin embargo, yo decidí hacerla en este sentido debido a que todo era cuesta abajo y sin apenas hacer esfuerzo (lo sé, soy un vago).
A las 08:30 estaba montado en el autobús con la emoción de verme de nuevo en la Pradera de Ordesa y rememorar viejos recuerdos de dos años atrás. Al ser fin de semana, se preveía que subiera mucha gente. Más aún después de que las previsiones meteorológicas fueran buenas para este día después de estar lloviendo sin parar durante toda la semana.
La primera parada fue el Puente de los Cazadores, puente que volvería a pisar al día siguiente para acometer otra ruta (que ya contaré). El caudal del río Arazas era bastante importante.
Río ArazasRío Arazas
Una niebla espesa cubría las peñas de Ordesa, dejando entrever de vez en cuando algo de otoño.
Desde la Pradera de OrdesaDesde la Pradera de OrdesaDesde la Pradera de Ordesa
Enseguida, empecé a introducirme en un bosque de hayas. Se trata del Bosque de Turieto, que nos acompañará durante gran parte de la ruta.
Adentrándome en el bosqueOrdesaOrdesaBosque de TurietoOrdesa
Hay que decir que a Torla se puede llegar por el camino de Turieto Alto o por el camino de Turieto Bajo. Yo decidí hacerlo por Turieto Bajo para ir acompañado de las cascadas que más adelante mostraré.
Camino hacia Turieto Bajo
Aunque no había peligro en la senda, llegó un momento donde el camino estaba embarrado y mojado. Era algo que me avisaron en el Centro de Información de la Pradera de Ordesa, diciéndome que pasando con cuidado no había riesgo de caída.
Camino anegado de agua
Aunque el monte no lucía el color que me hubiera gustado, se veían ya muchos amarillos y algún que otro rojo. Además, el río Arazas corría con fuerza y disfruté un montón con ello, cosa que en 2021 no pude hacer debido a que apenas había llovido.
OrdesaOrdesaOrdesa
La primera de las cascadas que te encuentras en el camino es la Cascada de Abetos. Impresionante y espectacular el agua que llevaba.
Indicaciones hacia la Cascada de AbetosCascada de Abetos
El camino sigue entre el bosque y, de vez en cuando, algún claro se abría mostrando Ordesa en toda su belleza.
Camino por Turieto BajoCamino por Turieto BajoOrdesa mostrándose bonitaOrdesa mostrándose bonita
No muy lejos de la Cascada de Abetos se encuentra la Cascada de Tamborrotera. Aquí también se quisieron fotografiar Mery, Pepe y Chewi.
Indicaciones hacia la Cascada de TamborroteraCascada de TamborroteraCascada de TamborroteraVistas desde la Cascada de TamborroteraVistas desde la Cascada de TamborroteraMery, Pepe y Chewi en la Cascada de Tamborrotera
Pronto, mis pies me llevaron hacia la tercera y última de las cascadas: Cascada de Molinieto. Desde la carretera, durante la subida en autobús, se ve y escuché hablar al conductor que 5 días atrás, antes de que cayeran las primeras lluvias, tan solo llevaba un hilo de agua.
Indicaciones de la Cascada de MolinietoCascada de MolinietoCascada de MolinietoMery, Pepe y Chewi en la Cascada de MolinietoChewi en la Cascada de Molinieto
A partir de aquí el camino pierde cierto encanto, por lo que apenas hice fotos. Al llegar a Torla, el día estaba más despejado y pude comprobar la nieve que había caído durante la noche en lo alto de las cimas de montaña. Hablando con el dueño del hotel me dijo que eran las primeras nieves de la temporada (21 de octubre), cuando debían haber estado ahí desde hacía un mes en condiciones normales. ¿La causa? El cambio climático que algunos (y algunas) se niegan a ver.
Llegando a TorlaNieve en las cimasRío Ara y río Arazas a su paso por TorlaRío Ara a su paso por TorlaRío Ara y río Arazas juntándose en TorlaPuente de la GleraRío Ara a su paso por TorlaLlegada a Torla
Hasta aquí la mañana de mi segundo día visitando el parque nacional. La primera de las cuentas pendientes de 2021 quedó saldada, pues ese año me hubiese gustado hacer esta ruta pero no pudo ser debido a la falta de tiempo.
Por la tarde tocaría subir a los Miradores de Ordesa en 4×4 con una empresa de Broto. La experiencia fue gratificante, aunque eso os lo cuento en otra entrada.