El viernes 31 de octubre, Halloween, decidí ir a pasar miedo al sub-valle de Belagua, dentro del Valle de Roncal. Sin embargo, lo que menos sentí fue miedo y sí mucha satisfacción ante una de las sorpresas de mis vacaciones otoñales.
Para este día tenía planificado acercarme hasta el Rincón de Belagua, lugar donde parte una ruta de unos 5 kilómetros (ida y vuelta) por un extenso hayedo. He de decir que elegí esta ruta porque era corta y sencilla para así seguir dosificándome de cara a lo que se venía en días posteriores.
Previamente, apenas encontré fotos de esta zona por las redes sociales. Así que no sabía lo que me iba a encontrar a mi llegada. Nada más aparcar el coche salí de dudas. Me bajé de él asombrado por el enorme hayedo que tenía ante mí. Árboles gigantescos se alzaban altos. Y, para más fortuna, todos con el color otoñal que tanto me apasiona.
Punto de inicio de la rutaHayedo de Larra-BelaguaHayedo de Larra-Belagua
Enseguida comencé a pasear entre el inmenso hayedo. Por un momento quería tirar fotos, sin embargo, me quedaba embobado alzando la cabeza ante seres tan monstruosos. Caminar entre ellos era una sensación única. Y hacerlo sin compañía alguna, escuchando únicamente el canto de los pájaros, el sonido del viento o el crujir de las hojas a mi paso era mejor aún.
Caminando por el Hayedo de Larra-BelaguaCaminando por el Hayedo de Larra-BelaguaCaminando por el Hayedo de Larra-BelaguaCaminando por el Hayedo de Larra-BelaguaCaminando por el Hayedo de Larra-BelaguaCaminando por el Hayedo de Larra-BelaguaCaminando por el Hayedo de Larra-Belagua
La ruta apenas tiene desnivel. Tan solo una pequeña subida hacia lo que creo que era una pradera, lugar desde el que se obtienen unas bonitas vistas hacia las sierras.
Vistas desde la praderaVistas desde la praderaVistas desde la pradera
Aquí aparecen varias opciones a seguir. Yo decidí volver sobre mis pasos para internarme de nuevo en el profundo hayedo.
Indicaciones a seguir
A la vuelta seguí disfrutando con los rincones encontrados.
Hayedo de Larra-BelaguaHayedo de Larra-BelaguaHayedo de Larra-BelaguaHayedo de Larra-Belagua
El fin de la ruta estaba cerca. De hecho, en la foto anterior se puede ver al fondo el punto de inicio.
Aparcamiento de Larra-Belagua
Desde el coche vi a lo lejos un gato subido al capó de un coche. Estaba aparcado justo al lado del restaurante. Me acerqué hasta él para intentar hacerle una foto. Y me llevé la sorpresa al ver a un pequeñín subido en unos troncos.
Gatitos en Larra-BelaguaGatito en Larra-Belagua
Como aún tenía mucha mañana por delante decidí subir con el coche hasta un mirador.
Mirador de Larra-Belagua
A la vuelta, paré en un apartado de la carretera para seguir captando el otoño en su máxima expresión.
Otoño en Larra-Belagua
Cuando creía que ya estaba todo servido y que no haría más paradas, me llamó la atención uno de los puentes romanos hallados en las cercanías de Isaba. Paré para inspeccionar la zona y vi que allí estaba también la Cueva del Ibón, la misma que decidí el día anterior no visitar durante la ruta a la Cascada de Belabarce.
Puente de OtsindunduaPuente de OtsindunduaPuente de OtsindunduaCueva del IbónCueva del Ibón
Pero aquí lo que más me llamó la atención fue el río Belagua. Delante tenía una foto de postal, pero había que bajar cuatro o cinco metros saltando por las rocas. Me arriesgué con mucho cuidado hasta llegar a la orilla del río y así poder fotografiar aquella preciosa estampa.
Otoño sobre el río BelaguaOtoño sobre el río BelaguaOtoño sobre el río Belagua
Aquel día volví al hotel súper emocionado. No me podía creer la suerte que estaba teniendo todos los días en cada sitio visitado. El otoño estaba en el punto de color que tanto me gusta a mí y, además, el tiempo acompañaba para poder hacer fotos bonitas. Porque, aunque hubo días con lluvia, no fue un impedimento para seguir disfrutando de esta época que tantas pasiones levanta.
Para finalizar, quiero compartir con vosotros una conversación tenida con un amigo de Córdoba este mismo día a mi vuelta al hotel. Le comentaba esto mismo, que estaba teniendo mucha suerte con el otoño que me estaba encontrando este año. Y sus palabras me llegaron muy adentro:
Estás en tu momento, tío. Me alegro de que el clima te sonría. He visto a pocas personas tan comprometidas con la naturaleza y con algo tan efímero e intangible como el otoño.
La contestación a esas palabras fue:
Es lo mejor. Que se va rápido y luego esperas ansioso otro año más hasta volver a deleitarte con un nuevo otoño. Si durara meses no sería igual. Porque te cansarías de verlo.
El jueves 14 de noviembre nos disponíamos a visitar un hayedo que ya conocí en el año 2017: el Hayedo de Otzarreta. Se tardaba aproximadamente una hora desde nuestro lugar de alojamiento y no dudamos a la hora de presentarnos allí.
Nuestra marcha se iniciaba sobre las 10:30 con un buen sol en el cielo. Mal asunto porque ello significaba que las fotos no iban a salir muy bien que digamos. No obstante, de vez en cuando se colaba una bonita luz por las ramas de los árboles y las raíces de las hayas quedaban perfectas.
Raíces de hayaRaíces de hayaRaíces de haya
Aunque aún quedaban muchas hojas en los árboles no lucían como es debido. Tanto sol hacía que se apagaran los colores.
Hayedo de OtzarretaHayedo de OtzarretaHayedo de OtzarretaHayedo de OtzarretaHayedo de Otzarreta
El paseo hasta el final del hayedo se hace rápido y nos dimos la vuelta por el otro margen del río. Aquí no me quedó más remedio que seguir fotografiando las raíces de las hayas porque la luz en las ramas era horrible.
Raíces de hayaRaíces de haya
Llegué hasta las raíces del haya que se llevan la mayoría de las fotos, las que aparecen en todos los sitios cuando buscas «Hayedo de Otzarreta». Sin ninguna duda, fueron las fotos que más me gustaron (aunque las que hice en 2017 me gustaron más aún).
Raíces del haya más famoso de OtzarretaRaíces del haya más famoso de OtzarretaRaíces del haya más famoso de OtzarretaRaíces del haya más famoso de Otzarreta
Me centré en conseguir fotos desde todas las posiciones del «rey de las hayas». Siempre buscándole las vueltas al sol.
Haya más famoso de OtzarretaHaya más famoso de OtzarretaHaya más famoso de OtzarretaMery y Pepe posando ante el haya famoso
Para finalizar el paseo por este hayedo hice unas últimas fotos a las hayas del principio.
Hayas de OtzarretaHayas de OtzarretaHayas de Otzarreta
Decidimos coger el coche e ir hasta el parquing del humedal de Saldropo, a escasos 10 minutos desde el Hayedo de Otzarreta. Desde aquí se puede coger un camino que te lleva hasta la Cascada de Uguna, la cual habíamos visto por internet que es bastante bonita y rodeada de hayas.
Primero llegamos hasta la parte alta de la cascada. Mucho cuidado con dónde poner los pies porque la caída hacia el abismo es cojonuda y no lo cuentas.
Parte alta de la Cascada de UgunaParte alta de la Cascada de Uguna
Tras un breve descanso comiendo el bocadillo que habíamos echado por la mañana tuvimos que tomar la decisión de si ir al Hayedo de Presazelai o bajar a la parte baja de la cascada. Como yo ya había visitado el hayedo en 2017 decidimos quedarnos en el lugar y bajar. Fue todo un acierto porque, sin duda, hicimos las fotos más bonitas del día y estuvimos cerca de una hora y media entretenidos captando distintas tomas.
Cascada de UgunaCascada de UgunaCascada de UgunaCascada de UgunaCascada de UgunaCascada de UgunaCascada de UgunaMery y Pepe en la Cascada de Uguna
La cuesta arriba hasta el camino principal se nos hizo un pelín cansada. Aunque, con calma, se hace sin ningún tipo de problema.
Esta fue la penúltima de las visitas en nuestras vacaciones por el norte. Al día siguiente tocaría despedirnos de Navarra visitando un Palacio Real que deja sin palabras.
El martes 31 de octubre abandoné el Valle de Benasque para poner rumbo al Valle de Arán, ya en Cataluña, sin embargo, hice una parada en el Valle de Barrabés, encuadrado también en el Parque Natural Posets-Maladeta. Este valle está a la otra parte del Valle de Benasque, es decir, los separan montañas y más montañas. Dicho esto, hay que dar un gran rodeo para llegar hasta él, quedando más cerca incluso del Valle de Arán que del Valle de Benasque.
La ruta por el hayedo de Salenques estaba marcada en rojo en el calendario y estaba deseando que llegara tal día, a pesar de que eso suponía que mis aventuras por el norte español tocarían su fin. Meses atrás vi fotos por las redes de este pequeño rinconcito del Pirineo Aragonés, por lo que cuadré la agenda para hacerle una visita.
Mi idea era haber dedicado toda la mañana a esta ruta. Quería deleitarme haciendo fotos con el trípode ligero, que me había llevado de viaje principalmente para esta ruta, pero no fue posible debido a que en mi primer día de ruta por Ordesa (ruta de Turieto a Torla) se rompió una pata del trípode y ya no servía. En el coche llevaba también el trípode grande, el que ya tan solo utilizo para fotografía de aves en los hides fotográficos, pero se me hacía muy pesado ir cargado con él a cuestas durante toda la ruta.
Comienza al final del Embalse de Baserca. Allí se puede dejar el coche en un pequeño aparcamiento. Mi llegada fue sobre las 10:30 y, enseguida, me puse en movimiento.
Inicio de la rutaEmbalse de BasercaAguas del río Salenques
En apenas cinco minutos te internas en la profundidad del hayedo de Salenques. Mis pensamientos me decían que el hayedo aún estaba muy verde y que no iba a tener suerte con el color otoñal.
Hayedo de SalenquesRío SalenquesHayedo de SalenquesHayedo de Salenques
Pero, pronto, según iba ascendiendo por el hayedo, el color verde empezó a cambiar hacia amarillos y marrones. Y, además, las sucesivas cascadas que se formaban en el río hacían un paisaje digno de admirar. Menuda rabia me dio no haber podido llevar el trípode para tirar fotos en condiciones.
Otoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río Salenques
Llegué a un punto que era muy fotogénico y me entretuve bastante tirando fotos con distintos encuadres.
Otoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río Salenques
Seguí avanzando hayedo arriba, pero apenas me movía unos metros y volvía a pararme para seguir captando la belleza del hayedo por el que caminaba. Aquello parecía un cuento de fantasía.
Otoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río Salenques
Estaba empezando a cansarme de subir entre los árboles. Si no hubiera sido por el increíble entorno por el que paseaba me habría dado la vuelta, pues el cuerpo me mandaba un mensaje diciéndome que debía parar. No obstante, no le hice caso y me hice fuerte mentalmente. Yo no quería abandonar aquel entorno y seguí en busca del puente que cruza a la otra parte del río.
Hayedo de Salenques
La sucesión de caídas de agua era continua y me paraba en cada una de ellas. Así también aprovechaba para descansar un poco.
Otoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río Salenques
Llegué a la parte más oscura del hayedo. Aquí me las tuve que ingeniar para poder tirar fotos que estuvieran bien expuestas.
Otoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río Salenques
La llegada a una gran cascada me hizo ver que, pronto, estaría cruzando el puente que lleva a la otra parte del río.
Otoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río Salenques
Al fin, llegué al puente y tiré algunas fotos desde él.
Otoño en el río SalenquesOtoño en el río Salenques
Podía haber seguido la ruta sin cruzar el puente y así llegar hasta la Cascada del Pi, pero decidí seguir la ruta circular y volver hacia el punto de partida por la otra parte del río.
Indicaciones hacia el Embalse de Baserca
La vuelta no me resultó tan atractiva como la ida. Enseguida, al ver que el camino se apartaba del río, me di cuenta que la mejor opción era haber vuelto por dónde había subido.
Otoño en el río SalenquesOtoño en el río Salenques
Tan solo me entretuve bastante rato en un punto donde el camino se aproximó al río y decidí bajar a través de unas rocas. Un resbalón casi llegando al río hizo que me cayera de culo, por lo que aproveché para quedarme sentado y tirar las fotos que iba buscando.
Otoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río SalenquesOtoño en el río Salenques
Las últimas fotos las hice llegando casi al inicio de la ruta.
Otoño en el río SalenquesLlegando al inicio de la rutaHayedo de Salenques desde el exterior
Esta sería mi última ruta senderista por el Pirineo Aragonés y también de las vacaciones. Y, sinceramente, es una de las que más disfruté por el increíble entorno en el que se hallaba el hayedo de Salenques. Sin ningún tipo de duda, si algún día paso cerca, volveré a internarme en la profundidad de este hayedo.
Sobre las 12:30, dos horas después de haber iniciado la ruta, puse rumbo al Valle de Arán. Esa misma mañana visitaría una de sus cascadas más famosas: Saut Deth Pish.
El domingo 29 de octubre, con el cambio horario en nuestros relojes, salí temprano del hotel en dirección a los Llanos de Turpí. Desde allí parte una ruta corta (la más corta de todas las que hice en mis vacaciones) de apenas 2,5 km. Sin embargo, ya conocéis el dicho: el tamaño no importa.
Desde el día anterior supe que este paseo iba a ser todo un espectáculo, pues el monte lucía un color otoñal precioso y veía cómo corrían las cascadas. Al llegar hasta el entorno, no hice nada más que reafirmar mis pensamientos.
Hotel TurpíRío ÉseraRío ÉseraRío Ésera
Al tratarse de una ruta circular, es indiferente por dónde se empiece. Si coges el camino que parte desde el aparcamiento del Hotel Turpí, en unos 20 minutos llegarás hasta las Cascadas de las Gorgas de Alba.
Sin embargo, yo decidí tomar el sendero que partía desde el aparcamiento que hay justo por debajo del hotel. Allí, hay un cartel con información de toda la ruta.
Cartel informativo
Nada más empezar, te encuentras los primeros carteles informativos de las especies de árboles que se trata. Seré sincero y diré que al principio me paraba a leerlos, pero, enseguida, me dediqué a disfrutar del entorno y a tirar fotos como loco.
AceboEnebroBojEntorno de las Gorgas de AlbaPino negro
Pronto, el río Ésera pasó a ser el protagonista con las cascadas que se formaban.
Cascada en el río ÉseraCascada en el río ÉseraCascada en el río ÉseraCascada en el río Ésera
La subida hacia el Mirador de las Gorgas de Alba se hacía cada vez más espectacular. Y aún me quedaba la parte más impresionante de la mañana.
Subiendo hacia el Mirador de las Gorgas de AlbaSubiendo hacia el Mirador de las Gorgas de AlbaSubiendo hacia el Mirador de las Gorgas de AlbaSubiendo hacia el Mirador de las Gorgas de AlbaSubiendo hacia el Mirador de las Gorgas de AlbaSubiendo hacia el Mirador de las Gorgas de Alba
Al llegar al mirador tuve ante mí una imagen preciosa de las cascadas que caían por todas partes, no solo las Cascadas de las Gorgas de Alba.
Cascadas de las Gorgas de AlbaCascadas de las Gorgas de AlbaCascadas de las Gorgas de AlbaCascadas del Valle de BenasqueCascadas del Valle de BenasqueCascadas del Valle de BenasqueCascadas del Valle de BenasqueCascadas del Valle de Benasque
Hasta Mery, Pepe y Chewi querían fotografiarse ante aquel precioso entorno.
Mery, Pepe y Chewi en el Mirador de las Gorgas de AlbaChewi en el Mirador de las Gorgas de Alba
Enseguida, me interné en el bosque de hayas. En ese momento, no imaginé que en unos minutos estaría ante las cascadas que acababa de ver a lo lejos.
Bosque de hayas en las Gorgas de AlbaBosque de hayas en las Gorgas de Alba
Llega un punto donde hay una señalización que indica que puedes seguir por el sendero botánico, o bajar hacia las Cascadas de las Gorgas de Alba. Yo decidí tomar el camino de bajada.
Cascada de las Gorgas de AlbaCascada de las Gorgas de AlbaCascada de las Gorgas de AlbaCascada de las Gorgas de AlbaCascada de las Gorgas de AlbaCascada de las Gorgas de AlbaPuente que cruza el río ÉseraCascada de las Gorgas de AlbaCascada de las Gorgas de AlbaMery, Pepe y Chewi en la Cascada de las Gorgas de Alba
Estuve cerca de media hora fotografiando el entorno desde el puente de hierro. Cada paso que daba veía un encuadre distinto. Finalmente, decidí continuar el camino de vuelta hacia los Llanos de Turpí por la otra parte del río y así seguir la ruta circular. Pero antes me encontré con una última sorpresa. Un pequeño desvío me indicaba la subida hacia una plataforma desde la que ver las cascadas con otra perspectiva. Igualmente, me entretuve mucho rato aquí.
Desvío hacia la plataformaCascadas de las Gorgas de AlbaCascadas de las Gorgas de AlbaCascadas de las Gorgas de AlbaCascadas de las Gorgas de AlbaEntorno otoñal de las Gorgas de AlbaEntorno otoñal de las Gorgas de AlbaEntorno otoñal de las Gorgas de AlbaEntorno otoñal de las Gorgas de AlbaEntorno otoñal de las Gorgas de Alba
La vuelta hacia el coche no me resultó muy atractiva y apenas hice fotos. En apenas media hora estuve de nuevo en el punto de inicio de la ruta.
Entorno otoñal de las Gorgas de AlbaAdentrándome en el bosqueRiachuelo en el bosqueVaca en los Llanos de Turpí
El tiempo que tardé en realizar la ruta, con paradas incluidas a hacer fotos, fue de 1 hora y 45 minutos. Aquel día estaba emocionado por el entorno tan espectacular por el que había caminado. Aunque había visto por internet que era una ruta corta y bonita, en ningún momento imaginé que me fuera a impactar tanto su belleza.
Aún tendría media mañana y toda la tarde por delante para seguir viendo cosas. Y decidí ir hasta Cerler para pasear por sus calles lo que restaba de mañana. Por la tarde, tocaría hacer turismo por el pueblo en el que me alojaba: Benasque.
El miércoles 25 de octubre abandonaba el sector del Valle de Ordesa para poner rumbo a otro sector del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Se trataba del Valle de Pineta, valle que no tiene nada que envidiar a su hermano Ordesa. Es más, los expertos dicen que Pineta es mucho más espectacular que Ordesa. No seré yo quien entre en ese debate y diré que a mí me parecen los dos iguales de impresionantes.
Hace dos años ya estuve en este valle para acometer la ruta hacia los Llanos de Lalarri y las Cascadas del Cinca. Fue la primera que hice en 2021 y me pareció bonita. Meses después vi fotos increíbles de Pineta por las redes sociales y pregunté cómo se podía llegar hasta esos paisajes. Me indicaron la carretera a seguir, cosa que no hice dos años atrás. Resumiendo: lo más bonito y espectacular del Valle de Pineta no lo vi en 2021 y tenía una cuenta pendiente (otra más).
La primera parada fue en el Embalse de Pineta. Por aquí sí pasé en la anterior visita, pero no me entretuve haciéndole fotos. El objetivo era captar el otoño reflejado en el agua, aunque, no fue posible debido a que corría una ligera brisa haciendo que se moviera el agua. No obstante, el paisaje me pareció brutal.
Embalse de PinetaEmbalse de PinetaEmbalse de PinetaEmbalse de PinetaEmbalse de PinetaMery, Pepe y Chewi en el Embalse de PinetaChewi en el Embalse de PinetaÁnades reales en el Embalse de Pineta
La continuación de la carretera hacia el Parador Nacional de Bielsa supuso todo un espectáculo de colores y de nieblas. Aquí encontré ese tono otoñal que a mí me apasiona y que hace que disfrute tirando fotos sin parar.
Valle de PinetaValle de PinetaValle de PinetaValle de PinetaValle de PinetaValle de PinetaValle de PinetaValle de PinetaValle de Pineta
Al llegar hasta las inmediaciones del Parador Nacional de Bielsa me quedé impresionado con el entorno. La Cascada del Cinca, así como todas sus vertientes, echaban agua sin cesar. Formaban un paisaje digno de admirar una y otra vez. Tenía ante mí el entorno que tiempo atrás había visto y preguntado cómo se llegaba hasta él.
Cascadas del CincaArterias de PinetaValle de PinetaParador Nacional de BielsaCascadas del CincaArterias de PinetaCascadas del CincaCascadas del CincaArterias de PinetaCascadas del CincaCascadas del Cinca
Aun sabiendo que el café me iba a costar más caro que en cualquier otro sitio, decidí entrar a la cafetería del Parador de Bielsa para tomarme uno. Salí a la terraza, a pesar de que las mesas y sillas estaban llenas de agua debido a la lluvia. Jamás me he tomado un café con aquellas vistas tan brutales. El precio que me costó bien mereció la pena.
Vistas desde el Parador de BielsaVistas desde el Parador de BielsaLos churros de MarboréLos churros de MarboréVistas desde el Parador de BielsaVistas desde el Parador de Bielsa
Ese día tenía reservada una noche en el Hotel Bielsa, a la entrada de la misma población. Antes de despedirme del Valle de Pineta hice una última parada para captar su otoño.
Otoño en el Valle de PinetaOtoño en el Valle de PinetaOtoño en el Valle de PinetaOtoño en el Valle de Pineta
Terminé de comer pronto y tenía toda la tarde libre, por lo que decidí cruzar el túnel de Bielsa hacia tierras francesas. Era toda una aventura, pues no sabía qué me iba a encontrar allí.
Al cruzar el túnel me topé con un paisaje totalmente distinto al encontrado en el Pirineo español, aunque ello no significaba que fuera menos espectacular.
Pirineo francés hacia AragnouetPirineo francés hacia AragnouetMery, Pepe y Chewi en el Pirineo francés
En lugar de tomar la carretera hacia la población de Aragnouet giré hacia Le Plan. Comencé a subir por una carretera de montaña en dirección a una estación de esquí. Evidentemente, aún no tenía nieve.
Vistas hacia Le PlanLe PlanSubiendo hacia la estación de esquíSubiendo hacia la estación de esquíEstación de esquí
Aquí decidí poner punto y final a mi experiencia francesa y darme la vuelta hacia España. Estaba empezando a llover y hacía frío, por lo que quería llegar al hotel cuanto antes y entrar en calor.
Antes de volver a cruzar el túnel hacia Bielsa hice una última parada. El paisaje encontrado me pareció precioso con una gran cascada bajando de lo alto de unos picos montañosos nevados.
Volviendo hacia Le PlanCarretera de bajada hacia Le PlanCascada encontradaCascada encontradaLlegando al túnel de BielsaCascada bajando de la nieveCascada bajando de la nieveCascada bajando de la nieve
Al día siguiente abandonaría el Valle de Pineta, aunque aún me quedaba un día más por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. El objetivo era acercarme con el coche por la mañana hasta el Ibón de Plan y acometer la ruta de los Miradores de Revilla por la tarde. El intenso agua caído durante todo el día hizo que tan solo pudiera llevar a cabo lo primero. No me preocupó, pues aún tendría una última oportunidad para acercarme hasta Escuaín y así realizar la ruta.
Domingo 22 de octubre. Un día grande, se tenía que celebrar con la ruta más grande de todas.
El día que mi hermana cumplía la mayoría de edad (nótese la ironía), me levanté emocionado por lo que tenía por delante. A las 08:30, aún con escasa luz en el cielo, me disponía a acometer la ruta de la Cola de Caballo por la Senda de los Cazadores. Llevaba meses preparándome física y mentalmente para esta ruta, pues consta de un total de 22 km ida y vuelta (ida por la Senda de los Cazadores; vuelta por el Valle de Ordesa). El problema de esta ruta no es la distancia en total sino que los dos primeros kilómetros son durísimos. Si algún montañero experimentado, acostumbrado a salvar desniveles largos, lee esto, me dirá que soy un exagerado. Sin embargo, para los simples senderistas que tan solo nos dedicamos a realizar rutas de nivel bajo-medio, subir por la Senda de los Cazadores era todo un reto. Tan solo decir que en los primeros 2,5 kilómetros, hasta que se llega al Mirador de Calcilarruego, se ascienden 750 metros, es decir, hay un desnivel del 30%.
Mis pies se ponían en movimiento siendo consciente de que iba a sufrir de lo lindo, pero estando totalmente convencido de que iba a lograr mi objetivo. Recordaba una y otra vez las palabras de Alberto el día anterior cuando le dije que iba a seguir esta ruta: «tú a tu ritmo. Si la gente te adelanta, que tiren. No intentes seguirlos. Cada persona necesita su tiempo». Sabias palabras, querido Alberto.
Enseguida, me di cuenta de que Alberto me dijo eso por algo. En mi camino me adelantó todo el mundo y yo veía que me iba quedando solo. Un par de chicos, que se les veía físicamente bien preparados, me desanimaron cuando les pregunté si ya llevaba más o menos la mitad del camino. Me dijeron que no. Tan solo llevaba un tercio de la ascensión al mirador y yo estaba ya medio reventado. Cada dos o tres minutos tenía que pararme a tomar oxígeno. Un rato antes, en el Centro de Información, me dijeron los forestales que se tardaba en subir de dos a dos horas y media. Con tanta parada, me conciencié que lo mío se iba a ir hasta las tres horas.
Otra cosa que me desanimaba era que la subida se realizaba entre un bosque cerrado de pinos y abetos. El paisaje no me atraía lo más mínimo, salvo algún que otro claro entre los árboles que mostraba poco a poco la altura que iba ganando.
Cascada de Cotatuero subiendo por la Senda de los CazadoresCascada de Cotatuero subiendo por la Senda de los Cazadores
Además de las paradas que hacía cada 2/3 minutos para coger oxígeno, hice dos paradas largas que constaron de 10 a 15 minutos de descanso. La primera la hice a la hora de estar caminando. La segunda, a las dos horas de estar en movimiento. Fue en la segunda parada donde miré el reloj, que marcaba las 10:30, y me dije a mí mismo bastante desanimado: «y todavía te queda otra hora más de subida. Pero lo voy a lograr».
Me levanté estando totalmente convencido de que aún me quedaba mucho camino por delante para llegar al Mirador de Calcilarruego. Eché la vista arriba y se veía una buena cuesta. Pasito a pasito, lentamente, comencé a ascender. Apenas pasaron 5 minutos, vi a lo lejos la silueta de una persona (era un hombre con quien había coincidido en la subida y que se adelantó). Mi satisfacción fue mayúscula al ver que él estaba ya arriba, en el mirador, haciendo fotos. Sin demora, aún sin apenas oxígeno, mis pies comenzaron a caminar más deprisa. Quería terminar cuanto antes con aquel sufrimiento y poder comerme la mitad del bocadillo que llevaba en la mochila.
Finalmente, no tardé tres horas en subir al mirador. Fueron dos horas y diez minutos. El sufrimiento llevado encima con la subida, el cansancio, el dolor de pies y piernas, fue compensado con las increíbles vistas hacia todo el Valle de Ordesa. Eran parecidas a las obtenidas el día anterior desde los Miradores de Ordesa, sin embargo, conquistar aquel paisaje con los pies era algo muy distinto a conquistarlo con las ruedas del 4×4. La emoción fue tan mayúscula que me faltó poco para llorar. Y si no lo hice fue porque el hombre seguía en el mirador tirando fotos. Volví a hablar con él. Me dijo: «cada persona tiene su ritmo y lo importante es tomárselo con calma para llegar arriba. Hay mucha gente que empieza muy fuerte y a mitad de camino se ha tenido que dar la vuelta. Tú lo has logrado». Se despidió de mí y siguió su ruta por la Faja de Pelay. Yo decidí quedarme un rato más para disfrutar de aquel paisaje y descansar un rato largo.
Vistas desde el Mirador de CalcilarruegoVistas desde el Mirador de CalcilarruegoVistas desde el Mirador de CalcilarruegoVistas desde el Mirador de Calcilarruego
Desde este mirador hasta la Cascada de la Cola de Caballo todo es ir llaneando y descendiendo suavemente. A partir de aquí es cuando comencé a disfrutar de verdad con la ruta. Apenas cinco minutos en movimiento y tuve ante mí uno de los paisajes que estaba deseando ver: la brecha de Rolando. A una parte está el Pirineo Aragonés; a la otra parte está el Pirineo Francés. Os animo a buscar por internet la leyenda de esta brecha.
Hacia la Faja de PelayRefugio de CalcilarruegoBrecha de Rolando (entre otros)Brecha de Rolando (entre otros)Brecha de Rolando (entre otros)
No dejaban de sorprenderme las impresionantes vistas obtenidas. En un momento, Monte Perdido incluso hacía el amago de mostrarme su cara, pero las nubes seguían cubriéndole casi en su totalidad.
Monte Perdido se asoma tímidamenteMonte Perdido se asoma tímidamente
Seguí caminando por la Faja de Pelay ante la maravilla de colores otoñales que poco a poco se dejaba ver en Ordesa. Aunque aún no alcanzaba el tono que a mí me fascina, el paisaje era digno de ver.
Vistas desde la Faja de Pelay
Y así, sin esperarlo ni creerlo, las nubes desaparecieron un instante y, al fin, pude ver la cara completa de Monte Perdido. Mi emoción fue tal, que le tiré una foto con el móvil y se la mandé a Alberto diciéndole que al fin lo encontré. En esos momentos, ni imaginaba que horas después iba a estar ante sus pies y haciéndole una reverencia.
Monte Perdido se dejó encontrarVistas desde la Faja de Pelay
Me interné en un bosque de hayas, que mostraba un bonito colorido. Ese sí era el otoño que a mí me encanta.
Bosque de hayas en la Faja de Pelay
Si hasta ese momento la ruta me resultaba espectacular, a partir de ahora todo cambiaría a mejor. Cuanto más me acercaba a la Cola de Caballo, el paisaje me parecía más bonito. Y Monte Perdido terminó de destaparse la cara para mi deleite.
Vistas desde la Faja de PelayMonte Perdido y El Cilindro de MarboréVistas desde la Faja de PelayVistas desde la Faja de PelayVistas desde la Faja de PelayVistas desde la Faja de PelayVistas desde la Faja de PelayMonte Perdido
Volví a coincidir con el hombre que vi en el Mirador de Calcilarruego. Descansaba comiéndose un bocadillo y decidí pararme a charlar con él. Luego, juntos, iniciamos el camino hasta la Cola de Caballo. Estuvimos intercambiando opiniones. Me dijo que él era de Zaragoza y que quería llegar pronto a la pradera porque luego tenía dos horas más de viaje en coche hasta la capital aragonesa.
El cañón de Ordesa se abría ante nosotros a cada paso dado. Pronto, vimos a lo lejos las Gradas de Soaso y la Cola de Caballo.
Gradas de Soaso a nuestros piesGradas de Soaso a nuestros piesVistas desde la Faja de PelayAñisclo y Monte PerdidoLa Torre de MarboréPrimera aparición de la Cola de CaballoPrimera aparición de la Cola de Caballo
La llegada a la Cola de Caballo se me hizo algo larga. Cuando la ves por primera vez desde la Faja de Pelay parece que está cerca, sin embargo, aún faltaban 20 o 30 minutos para llegar. Al hacerlo, me resultó mucho más bonita que en 2021, cuando apenas tenía un hilo de agua. Ahora, iba cargada hasta arriba.
Llegada a la Cola de CaballoLlegada a la Cola de CaballoLlegada a la Cola de Caballo
La parada más larga del día la hice aquí. Me terminé el bocadillo y descansé, aunque no quería quedarme frío porque luego me costaría más ponerme en movimiento. Le dije al hombre de Zaragoza que yo iba a ir tirando, que seguro que nos encontrábamos de nuevo en la ruta.
Me entretuve haciendo fotos al cañón de Ordesa y las diferentes cascadas que se habían formado con las lluvias caídas durante la semana.
Cañón de OrdesaCascada formada con las lluviasCascada formada con las lluviasCascada formada con las lluvias
En un momento, miré hacia atrás para despedirme por última vez de Monte Perdido. Me costó mucho encontrarlo, no obstante, me iba a volver a casa con multitud de fotos de él. Aunque había algunas nubes, por arte de magia, en un par de minutos salió el sol y se quedó totalmente despejado, pudiendo fotografiarlo junto al Cilindro de Marboré.
Despedida de Monte Perdido y el Cilindro de MarboréDespedida de Monte Perdido y el Cilindro de MarboréDespedida de Monte Perdido y el Cilindro de MarboréDespedida de Monte Perdido y el Cilindro de MarboréDespedida de Monte Perdido y el Cilindro de MarboréMujer mostrando sus respetos ante Monte Perdido
Antes de seguir el camino hacia las Gradas de Soaso volvió a darme alcance el hombre de Zaragoza. Sabía yo que, tarde o temprano, íbamos a coincidir de nuevo en la ruta.
Las Gradas de Soaso iban también cargadísimas de agua. ¡Menudo momento el verlas así!
Llegando a las Gradas de SoasoGradas de SoasoGradas de SoasoGradas de SoasoGradas de SoasoVistas desde las Gradas de SoasoGradas de SoasoGradas de SoasoGradas de Soaso
Me entretuve bastante fotografiando las Gradas de Soaso y perdí la pista del hombre de Zaragoza. Él se había quedado en la parte alta captando toda su esencia y yo decidí continuar mi camino. Inicié la marcha sin despedirme de él. Fue un placer haber compartido parte de la ruta con esta persona. Antes de abandonarlas definitivamente, vi llegar a dos mujeres que pasaban los 70 años. Un grupo de chicas que tenía delante las ayudaron a cruzar un tramo un poco peligroso (aún queda fe en la juventud) debido a que podían resbalar. Una de ellas me dijo: «se las ve cansadillas». Y yo le contesté: «oye, que yo firmo ahora mismo llegar a su edad y poder venir desde la pradera hasta las Gradas de Soaso». Ella me respondió: «y yo también. Seguro que estas mujeres han sido montañeras o senderistas toda la vida y por eso tienen esta fuerza de voluntad a su edad».
Con la admiración ante las dos ancianas, continué mi camino. A cada paso dado, el río Arazas mostraba su belleza con el agua que corría y con el color otoñal que dejaba ver. Algunas zonas tenían más colorido que otras para deleite de los que teníamos la suerte de verlo.
Hayedo de OrdesaHayedo de OrdesaRío ArazasRío ArazasRío ArazasRío ArazasRío Arazas
La llegada al lugar que me sirvió de refugio de la lluvia que caía en esos momentos durante mi ruta del año 2021, me indicaba que, pronto, me internaría en la profundidad del hayedo de Ordesa.
Llegando al hayedo de OrdesaLlegando al hayedo de OrdesaInternándome en el hayedo de OrdesaCaminando por el hayedo de Ordesa
El estruendo del agua se oía mientras caminaba por el hayedo. La sucesión de cascadas era continua y disfruté como un niño pequeño con un chupachús.
Cascada en el río ArazasCascada en el río ArazasRío ArazasRío Arazas
Las cascadas anteriores me hicieron ver que estaba a punto de llegar a mi lugar favorito de Ordesa: la Cascada del Estrecho y la Cascada de la Cueva. Sí, habéis leído bien: MI LUGAR FAVORITO. Cuando la mayoría de la gente prefiere la Cascada de la Cola de Caballo, sin lugar a dudas, mi favorita es la Cascada de la Cueva. Para mí, la Cascada de la Cueva representa la belleza suprema otoñal del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Indicaciones hacia las cascadasCascada de la CuevaCascada de la CuevaCascada del EstrechoCascada del Estrecho
Tengo que confesaros una cosa: cuando en 2021 vi la Cascada del Estrecho me pareció de lo más normalita. Había leído por internet infinidad de opiniones de la gente diciendo que era una auténtica belleza. A mí me decepcionó un poco. Claro, en 2021 apenas llevaba un hilo de agua y no pude ver la auténtica belleza de esta cascada. En 2023, mi concepto ha cambiado totalmente y ha pasado a estar en el top 2 de las cascadas que he visto en Ordesa. Por delante, por supuesto, sigue la Cascada de la Cueva. Fotografiando la Cascada del Estrecho coincidí con un grupo de tres chicas, que apenas alcanzaban los veinte años. Postureaban haciéndose fotos. Una de ellas le decía a otra que no le gustaba cómo había quedado y le invitaba a hacerse otra. La que le hacía fotos con el móvil me miró y se rio. Le dije: «qué paciencia, eh». Y me contestó: «no lo sabes bien. No le gusta ninguna». Da gusto encontrarse en la naturaleza con gente sana de todas las edades que tan solo han ido a disfrutar del entorno.
Decidí volver a la pradera de Ordesa por el camino que enlaza con la Senda de los Cazadores. Dos años atrás, tomé el camino paralelo a la otra parte del río y esta vez quería cambiar. No me arrepentí, a pesar de que había tramos donde no me atraía nada en absoluto para fotografiar.
Indicaciones hacia la Pradera de OrdesaOtoño en Ordesa
A la llegada a un pequeño puente de madera fue donde más me entretuve. Había un bonito color de otoño que se juntaba con el agua azul turquesa del río Arazas.
Río ArazasRío ArazasRío ArazasRío Arazas
El cansancio en el cuerpo era notable. La llegada hasta la pradera se me estaba haciendo eterna y yo tan solo quería llegar al hotel para meterme en la bañera y relajarme. Al internarme de nuevo en el bosque coincidí con un matrimonio de Bilbao (¡qué recuerdos me trae esta ciudad!). Les pregunté si quedaba mucho para llegar a la pradera y me animaron diciendo que en 20 minutos como mucho estaría allí.
Internándome en el hayedoLlegando a la praderaSendero adaptado para minusválidosRío ArazasPico Otal nevado
Ocho horas y cincuenta minutos después llegué de nuevo a la Pradera de Ordesa (salida a las 08:30. Llegada a las 17:20).
Tozal del Mallo desde la Pradera de OrdesaRío Arazas desde la Pradera de Ordesa
Justo a mi llegada, me giré hacia atrás y vi llegar también al hombre que me acompañó durante parte de mi ruta. Bien creía que no iba a volver a verlo, sin embargo, la vida nos dio la posibilidad de despedirnos. Si os habéis dado cuenta, en ningún momento menciono su nombre. Más que nada, porque ni él sabe cómo me llamo yo, ni yo sé cómo se llama él. Tan solo sabemos el uno del otro que yo soy de Cáceres y que él es de Zaragoza. Es lo bonito de compartir experiencias en la naturaleza con gente de la que no sabes nada de su vida. Te brindan momentos, intercambias vivencias y, al terminar, cada uno sigue con su camino.
Llegados a este punto, si alguien se pregunta qué opción es mejor para ir a la Cola de Caballo tengo que decir que es una difícil elección. Quizá, elijo la Senda de los Cazadores porque te da la posibilidad de ver más cosas, todo el Valle de Ordesa desde lo alto. Sin embargo, si alguien no se encuentra preparado físicamente y mentalmente de acometer esta ruta y decide tomar el camino de ida y vuelta por el valle, os aseguro que no se van a arrepentir en absoluto. De verdad os digo que una de mis mejores experiencias en la naturaleza la viví en 2021 cuando hice esta ruta por el valle (tanto la ida como la vuelta). En aquella ocasión, había estado lloviendo toda la noche anterior y no me atreví a tomar la Senda de los Cazadores. Dos años después, me he quitado esa espina. Y, como dije en una entrada anterior, no solo me quité esa espina sino que han sido hasta tres espinas las que me quité este día:
1-Acometer la ruta hacia la Cola de Caballo por la Senda de los Cazadores.
2-Conseguir ver Monte Perdido (en 2021 también lo cubría las nubes y nieblas).
3-Conseguir ver las cascadas de Ordesa con abundante agua.
Sin más que decir, me voy despidiendo de vosotros siendo consciente de que, quizá, me he explayado mucho escribiendo y contando las experiencias vividas. Si alguien llega hasta aquí sin haberse parado a leer todo, os hago un resumen en siete palabras de lo vivido y que tan solo los que han estado aquí comprenderán:
El sábado 21 de octubre, tras haber realizado la ruta por el Bosque de Turieto por la mañana, me disponía a realizar otra ruta por la tarde acompañado de un grupo de personas que habíamos contratado la excursión. Se trata de los Miradores de Ordesa y la subida hasta ellos se realiza en 4×4. Una vez allí, el guía (Alberto) nos cuenta las cosas que nos vamos encontrando y nos lleva por una serie de miradores hacia todo el Valle de Ordesa.
A las 15:00 partía el coche desde Broto y Alberto nos contaba cosas de la zona. Un dato que me pareció curioso es que nos dijo que el bosque de Ordesa visualmente es espectacular, pero que es un bosque enfermo. ¿Las razones? Eso es algo que os dejo a vosotros que averigüéis contratando sus servicios 😉 😉 😉
A la llegada, de las primeras cosas que nos enseñó Alberto es las formas de las rocas, muy parecidas al flysch que te puedes encontrar en la Playa de Itzurun, en Zumaia (Guipúzcoa).
Rocas en los miradores de Ordesa
Las vistas hacia el Valle de Vió y hacia la Pardina del Señor eran acojonantes, aunque yo les dije al resto de mis compañeros que al monte aún le faltaba mucho color otoñal. Les enseñé una foto en el móvil de esta zona en 2021 y comprendieron enseguida por qué les dije que aún no había llegado el otoño.
Vistas hacia el Valle de VióVistas hacia el Valle de VióPista: aquí se ve por qué es un bosque enfermoVistas obtenidas de camino a los miradores de Ordesa
La desilusión se apoderó de nosotros al llegar al primero de los miradores. Una niebla muy espesa cubría todo el valle impidiendo ver nada. Alberto nos decía que de frente estaba el Tozal del Mallo, la Cascada de Cotatuero y demás cimas montañosas, sin embargo, teníamos que imaginarlo. Nos dijo que íbamos a esperar unos minutos por si las nieblas se levantaban. La espera mereció la pena y pudimos ver algo de lo que nos contó.
Pradera de Ordesa desde los miradoresPradera de Ordesa desde los miradoresValle de Ordesa desde los miradoresPradera de Ordesa desde los miradoresVistas desde los miradores de OrdesaCascada de CotatueroCascada de CotatueroCascada de CotatueroVistas desde los miradores de OrdesaCascada de Cotatuero
En un momento donde más o menos se quedó despejado, hice varias fotos para, posteriormente, hacer una panorámica. Creo que la foto ha quedado bastante chula y muestra de un solo golpe lo que se puede ver desde los Miradores de Ordesa. Este paisaje, simplemente, te deja sin respiración.
Panorámica desde los miradores de Ordesa
Alberto nos llevó hacia otro de los miradores, el último ya. Durante un buen rato estuvimos esperando a que se levantara la niebla definitivamente para ver si aparecía Monte Perdido, pero no fue así. Mis presagios me decían que, un año más, me iba a volver a mi tierra sin lograr ver Monte Perdido debido que siempre estaba cubierto de nubes o nieblas.
Vistas desde los miradores de OrdesaDespidiéndonos de la Cascada de Cotatuero
Muy a mi pesar, Alberto nos dijo que era hora de volver. La espera para ver Monte Perdido no fue fructuosa, aunque aún tendría una última oportunidad al día siguiente en la ruta que tenía pensado hacer.
Pico Otal nevadoAtardecer desde los miradores de Ordesa
Sobre las 20:00 llegamos de vuelta a Broto. El día había estado bastante completo acometiendo la ruta por el Bosque de Turieto y visitando los miradores de Ordesa. Al día siguiente tocaría llenar el cuerpo de sufrimiento acometiendo la ruta más dura que mis pies han realizado. Pero era la principal razón por la que había vuelto al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Tenía que saldar otra cuenta pendiente de 2021. ¿Y sabéis qué? Ese día saldé, no una cuenta pendiente, sino hasta tres cuentas pendientes. Y es que cuando las condiciones en Ordesa se dan, se muestra en toda su grandeza su enorme belleza y elegancia.
El sábado 21 de octubre me disponía a coger el autobús que te sube a la Pradera de Ordesa para realizar la primera de las rutas senderistas programadas: la ruta hacia Torla por Turieto Bajo. Hay que decir que esta ruta se puede realizar al revés, yendo desde Torla hasta la pradera, sin embargo, yo decidí hacerla en este sentido debido a que todo era cuesta abajo y sin apenas hacer esfuerzo (lo sé, soy un vago).
A las 08:30 estaba montado en el autobús con la emoción de verme de nuevo en la Pradera de Ordesa y rememorar viejos recuerdos de dos años atrás. Al ser fin de semana, se preveía que subiera mucha gente. Más aún después de que las previsiones meteorológicas fueran buenas para este día después de estar lloviendo sin parar durante toda la semana.
La primera parada fue el Puente de los Cazadores, puente que volvería a pisar al día siguiente para acometer otra ruta (que ya contaré). El caudal del río Arazas era bastante importante.
Río ArazasRío Arazas
Una niebla espesa cubría las peñas de Ordesa, dejando entrever de vez en cuando algo de otoño.
Desde la Pradera de OrdesaDesde la Pradera de OrdesaDesde la Pradera de Ordesa
Enseguida, empecé a introducirme en un bosque de hayas. Se trata del Bosque de Turieto, que nos acompañará durante gran parte de la ruta.
Adentrándome en el bosqueOrdesaOrdesaBosque de TurietoOrdesa
Hay que decir que a Torla se puede llegar por el camino de Turieto Alto o por el camino de Turieto Bajo. Yo decidí hacerlo por Turieto Bajo para ir acompañado de las cascadas que más adelante mostraré.
Camino hacia Turieto Bajo
Aunque no había peligro en la senda, llegó un momento donde el camino estaba embarrado y mojado. Era algo que me avisaron en el Centro de Información de la Pradera de Ordesa, diciéndome que pasando con cuidado no había riesgo de caída.
Camino anegado de agua
Aunque el monte no lucía el color que me hubiera gustado, se veían ya muchos amarillos y algún que otro rojo. Además, el río Arazas corría con fuerza y disfruté un montón con ello, cosa que en 2021 no pude hacer debido a que apenas había llovido.
OrdesaOrdesaOrdesa
La primera de las cascadas que te encuentras en el camino es la Cascada de Abetos. Impresionante y espectacular el agua que llevaba.
Indicaciones hacia la Cascada de AbetosCascada de Abetos
El camino sigue entre el bosque y, de vez en cuando, algún claro se abría mostrando Ordesa en toda su belleza.
Camino por Turieto BajoCamino por Turieto BajoOrdesa mostrándose bonitaOrdesa mostrándose bonita
No muy lejos de la Cascada de Abetos se encuentra la Cascada de Tamborrotera. Aquí también se quisieron fotografiar Mery, Pepe y Chewi.
Indicaciones hacia la Cascada de TamborroteraCascada de TamborroteraCascada de TamborroteraVistas desde la Cascada de TamborroteraVistas desde la Cascada de TamborroteraMery, Pepe y Chewi en la Cascada de Tamborrotera
Pronto, mis pies me llevaron hacia la tercera y última de las cascadas: Cascada de Molinieto. Desde la carretera, durante la subida en autobús, se ve y escuché hablar al conductor que 5 días atrás, antes de que cayeran las primeras lluvias, tan solo llevaba un hilo de agua.
Indicaciones de la Cascada de MolinietoCascada de MolinietoCascada de MolinietoMery, Pepe y Chewi en la Cascada de MolinietoChewi en la Cascada de Molinieto
A partir de aquí el camino pierde cierto encanto, por lo que apenas hice fotos. Al llegar a Torla, el día estaba más despejado y pude comprobar la nieve que había caído durante la noche en lo alto de las cimas de montaña. Hablando con el dueño del hotel me dijo que eran las primeras nieves de la temporada (21 de octubre), cuando debían haber estado ahí desde hacía un mes en condiciones normales. ¿La causa? El cambio climático que algunos (y algunas) se niegan a ver.
Llegando a TorlaNieve en las cimasRío Ara y río Arazas a su paso por TorlaRío Ara a su paso por TorlaRío Ara y río Arazas juntándose en TorlaPuente de la GleraRío Ara a su paso por TorlaLlegada a Torla
Hasta aquí la mañana de mi segundo día visitando el parque nacional. La primera de las cuentas pendientes de 2021 quedó saldada, pues ese año me hubiese gustado hacer esta ruta pero no pudo ser debido a la falta de tiempo.
Por la tarde tocaría subir a los Miradores de Ordesa en 4×4 con una empresa de Broto. La experiencia fue gratificante, aunque eso os lo cuento en otra entrada.