El domingo 10 de noviembre comenzaba unas deseadas vacaciones por la Sierra de Urbasa. Era un momento que llevaba esperando desde mediados de febrero, fecha en la que decidí que este año iba a pasar mis vacaciones otoñales por Navarra.
El día anterior, según íbamos llegando a nuestro destino (Zudaire), nos desanimamos un poco al ver que la mayoría de los hayedos tenían las ramas peladas. No obstante, teníamos claro que una vez allí íbamos a intentar disfrutar al máximo.
Nuestra primera salida fue al Mirador de Ubaba, también conocido como el Balcón de Pilatos. El ascenso en coche por la carretera nos hizo ver que, quizá, estuviéramos asistiendo a los últimos coletazos del otoño por la zona, aunque aún había mucho color otoñal justo en la zona que más nos interesa: el curso del río Urederra.
El paseo hacia el mirador se realiza sin desnivel alguno y pronto comenzamos a disfrutar de los colores del otoño. Un haya solitario nos daba la bienvenida y nos entretuvimos bastante haciéndole fotos.


Un enorme hayedo se abría según caminábamos al mirador. En esos momentos había una luz preciosa y nos entretuvimos bastante con los distintos árboles que nos encontrábamos.






El hayedo seguía abrazando un camino principal por el que solo pueden circular coches autorizados. Dos semanas atrás ese camino debió estar espectacular de color.



Pronto, llegamos al comienzo del Mirador de Ubaba. Varias cabras pastaban por allí y aproveché para hacerles fotos.


Las vistas desde el Mirador de Ubaba dejaban sin aliento. Justo debajo de nuestros pies un hayedo exagerado mostraba el mejor de sus colores. Eso me alegró profundamente, pues por ahí discurre la ruta hacia el Nacedero del Urederra, principal objetivo de nuestras vacaciones.




Llegamos a unas indicaciones hacia el Barranco Alemán, a escaso 1 km. Sin ninguna duda, decidimos bajar hasta él. Intuimos que las vistas desde este barranco tenían que ser aún más espectaculares. Y no nos equivocamos.











Fue tanto el entretenimiento en este barranco que, sin darnos cuenta, el reloj marcaba las doce del mediodía. Decidimos darnos la vuelta por donde habíamos ido para coger la carretera hacia Olazagutía. Mi objetivo era hacer una foto chula desde un punto en el que se ve toda la carretera de bajada, sin embargo, aquí sí estaban los árboles prácticamente pelados y apenas conseguí gran cosa.




Apenas habíamos comido nada en toda la mañana, por lo que fuimos hasta la población de Estella-Lizarra, el núcleo urbano más grande de toda la zona. Fue la primera vez que probé el chorizo a la sidra y he de decir que no estaba muy rico. Estaba TREMENDAMENTE rico.
Después de comer nos dimos un paseo por la población para bajar la comida.



















Nuestro primer día superó con creces ambas visitas. Sin embargo, aún no estábamos preparados para descubrir el increíble entorno del Nacedero del Urederra. Al día siguiente conocí el sitio que más me ha impactado en toda mi vida. Y eso que llevo ya muchos viajes otoñales a lo largo de mis años.