El día 1 de noviembre me levanté siendo consciente de que mis vacaciones por el norte llegaban a su fin. Tan solo me quedaba visitar un sitio más para luego tomar rumbo al interior de Lleida y así intentar la fotografía de una bella ave.
Los planes para este día era subir con el coche hacia el Valle de Toran y así hacer una ruta con el coche, sin embargo, aún me sentía agotado mentalmente de tanto viajar. Por tanto, decidí olvidarme de ello y, en su lugar, acercarme hasta la Cascada Uelhs deth Joéu, cerca de la Era Artiga de Lin. Incluso, existe una ruta de apenas 3,5 kilómetros que parte desde la era, pero ni siquiera me apetecía caminar esos kilómetros. Llegué con el coche hasta el aparcamiento que se encuentra a escasos 5 minutos andando de la cascada y así ganar tiempo. Al llegar a ella, me impresionó su belleza. Allí estaban las aguas que desaparecían debajo de tierra en el Forau de Aiuguallut, dentro del Valle de Benasque, para aparecer en el Valle de Arán.














No solo la cascada era espectacular. El entorno que la rodeaba dejaba también con la boca abierta. Yo no quería irme de allí.

Con cierta pesadez, decidí que era hora de marchar, aunque, primero subiría con el coche hasta el Refugio de Artiga de Lin. Allí había también muy buen color otoñal.










Antes de abandonar la zona hice unas últimas fotos al otoño del 2023 por Los Pirineos.



Aquí pondría punto y final a las visitas turísticas de mis vacaciones por el norte. Lo hice con mucha pena, con el corazón en un puño y enviando un vídeo de la cascada a un amigo de Córdoba diciéndole «vaya despedida de vacaciones estoy teniendo».
Me monté en el coche y fui hasta la Pobla de Segur, pueblo del interior de Lleida. Allí me esperaba al día siguiente una actividad fotográfica llena de emociones fuertes, pero la lluvia truncó esos planes. Tuve que alargar la estancia un día más para poder llevarla a cabo. Y es que yo no me iba a volver una vez más a mi tierra sin una sola foto de los quebrantahuesos. Finalmente, el viernes 3, día que estaba programada mi vuelta, tuve la oportunidad de fotografiarlos y de observar su elegancia volando. Eso sí que fue una despedida a lo grande de mis vacaciones otoñales del 2023.
Análisis del otoño 2023
La primera vez que conoces el otoño en Ordesa el impacto es tan grande que no quieres marcharte de allí nunca. Deseas vivir eternamente entre esos paisajes de cuento. La emoción puede contigo y te vuelves a casa contando los días para volver. Miras, revisas y vuelves a revisar todas las fotos realizadas con nostalgia, recordando los momentos que has pasado allí.
Todo esto es algo que sentí en 2021, año en que pisé por primera vez el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Este año la cosa ha sido muy diferente. Ya estaba preparado para reencontrarme con el otoño allí y el impacto ha sido menos fuerte. Hay que añadirle que, además, este año el otoño ha ido con mucho retraso y yo pillé aún todo muy verde. No obstante, volver a Ordesa fue especial y rememoré cada viaje realizado dos años atrás, además de disfrutar los lugares nuevos que estaba conociendo.
Para mí ha sido especial quitarme las espinas clavadas de no haber realizado la ruta de la Senda de los Cazadores, no haber visto Monte Perdido o no haber tenido la fortuna de ver las cascadas con mucha agua en 2021. Todas esas cuentas pendientes ya están saldadas y, aunque no lo tengo ya como prioridad, sé que si el dinero y la salud me lo permiten, tarde o temprano, volveré al Parque Nacional.
El colorido otoñal que no encontré en Ordesa lo vi en el Valle de Benasque y en el Valle de Arán. Y me sobrecogieron sus paisajes llenos de color. Sinceramente, esperaba algo menos y era consciente de que llegar al nivel del Parque Nacional era complicado, pero ambos valles han estado a la altura de lo que esperaba, incluso, lo ha superado.
Como cuentas pendientes me quedo la visita a la Estación de Canfranc, la ruta de las tres cascadas de Cerler y dedicarle más tiempo al Valle de Arán. La primera me dolió bastante no haber podido ir finalmente; la segunda me fastidió, pero no fue algo traumático; la tercera es algo que sabía que iba a pasar porque el objetivo era una primera inspección para un futuro viaje de más días. Así será. No sé cuándo, pero tengo claro que debo volver al Valle de Arán para pasear por sus pueblos, caminar por sus múltiples rutas senderistas y traerme a casa otro bello recuerdo.
Sin más, hasta aquí mis aventuras otoñales por el norte de España. Aunque aún queda contaros una aventura otoñal más. Esa ya, en mi querida Extremadura.

















