El lunes 30 de octubre amaneció por el Valle de Benasque cerrado de nubes y cayendo el diluvio universal. Desde el día de antes sabía que los planes para el lunes se iban a truncar, por lo que decidí tomármelo de relax y dar descanso al cuerpo. Abandoné el Hotel El Pilar (al fin) bastante temprano y tenía todo el día por delante. Como la llegada al Hotel Eriste se me hacía muy pronto decidí ir con el coche hasta el Valle de Estós. Una semana antes, en mi ruta por la Senda de los Cazadores, el hombre de Zaragoza me dijo que era el valle que más le gustaba de toda la zona de Benasque. Yo no iba a acometer ninguna ruta, pero me apetecía inspeccionar la zona por si en el futuro vuelvo al Valle de Benasque.
Sobre las 10:30 llegué hasta el aparcamiento del Valle de Estós. La lluvia no menguaba y saqué el paraguas para dar una vuelta rápida por allí. Haciendo malabares conseguí tirar algunas fotos al monte, que lucía un otoño bonito.
Valle de EstósValle de EstósValle de EstósValle de EstósValle de EstósValle de EstósValle de EstósValle de EstósValle de Estós
Apenas estuve allí media hora. Antes de ir hasta el nuevo hotel decidí subir por la carretera del Valle de Benasque en dirección a los Llanos del Hospital, sin embargo, en lugar de coger el cruce que baja hasta dichos llanos, continué carretera arriba sin saber dónde me llevaba. No me quedó más remedio que darme la vuelta cuando vi que la carretera no continuaba y moría en el monte. Aparqué en una gran explanada e hice algunas fotos desde lo alto hacia los Llanos del Hospital.
Vistas hacia los Llanos del HospitalVistas hacia los Llanos del HospitalCascada en la carreteraCascada en la carretera
Como la lluvia seguía sin dar tregua, me monté en el coche y, ahora sí, puse rumbo hacia el Hotel Eriste, pero antes haría una parada para fotografiar el otoño por última vez en el Valle de Benasque.
Otoño en el Valle de Benasque
Ya por la tarde, desde la habitación del Hotel Eriste, vi que la lluvia había parado y decidí salir a la terraza. Al levantarse las nubes y quedarse más o menos despejado, comprobé que lo que había caído en forma de agua durante el día por el Valle de Benasque, lo había hecho en forma de nieve en lo alto de las cimas montañosas.
Otoño desde el Hotel EristeOtoño desde el Hotel EristeOtoño desde el Hotel EristeNieve en el Valle de BenasqueNieve en el Valle de BenasqueNieve en el Valle de Benasque
Mis aventuras por el Valle de Benasque llegaron a su fin dejando tan solo una cosa en el tintero: la ruta por las tres cascadas de Cerler. Esta era la ruta que tenía pensado haber realizado este mismo día y que la lluvia me fastidió. Por tanto, si algún día vuelvo por el Valle de Benasque, será una de las primeras cosas que visitaré.
El domingo 29 de octubre, tras haber disfrutado un montón con la ruta a las Gorgas de Alba, tenía aún media mañana por delante para ir hasta Cerler, considerado el pueblo más alto del Pirineo Aragonés. Había visto fotos por internet de su casco antiguo y era visita obligada.
Cerler
Antes de llegar al pueblo hice una parada en un apartadero de la carretera para fotografiar el Valle de Benasque desde las alturas. En ese momento, no sabía que unos kilómetros más arriba iba a disfrutar de unas vistas más impresionantes.
Vistas subiendo hacia CerlerVistas subiendo hacia Cerler
En un acto involuntario, mi coche se lanzó hacia las indicaciones de un mirador. Se trataba del Mirador del Valle de Benasque. Desde allí se podía divisar todo el valle, además de unas vistas impresionantes del pueblo de Benasque.
Mirador del Valle de BenasqueBenasque desde el miradorBenasque desde el miradorBenasque desde el miradorBenasque desde el miradorValle de BenasqueMery, Pepe y Chewi desde el Mirador del Valle de BenasqueChewi desde el Mirador del Valle de BenasqueChewi desde el Mirador del Valle de Benasque
A la llegada a Cerler, antes de adentrarme en el casco histórico, estuve dando una vuelta para fotografiar el entorno.
Hotel Edelweiss de CerlerVistas desde CerlerVistas desde CerlerVistas desde CerlerVistas desde CerlerVistas desde Cerler
Pero yo no había subido hasta Cerler para únicamente fotografiar los paisajes vistos desde allí. El objetivo principal, como ya he dicho, era pasear por las calles del casco histórico. Pronto, me dirigí hasta allí. Y para no variar, tal y como me ocurrió en Anciles y Sahún el día anterior, las calles estaban vacías. Ello hizo que, al estar también el día nublado, disfrutara un montón tirando fotos.
Casa en CerlerCasa en CerlerCasa en CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerVistas desde el casco histórico de CerlerVistas desde el casco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de CerlerCasco histórico de Cerler
Sin ninguna duda, Cerler es uno de los pueblos más bonitos del Valle de Benasque. Si pasáis por la zona, es visita obligada. Marcharse del valle sin haber paseado por las calles de esta pequeña población debería ser sancionado por la ley.
Benasque
No fue hasta el tercer día en Benasque cuando me animé a pasear por el casco histórico. Aquel día comí en el Hotel Restaurante San Antón, a la entrada a la población. Totalmente recomendable. Me gustó tanto la comida, que por la noche volví para cenar allí, a pesar de que tenía contratada media pensión en el Hotel El Pilar, lugar de mi estancia.
Dejé el coche aparcado en uno de los múltiples aparcamientos públicos que tiene la población y crucé el puente que atraviesa el río.
Puente de BenasqueDesde el puente de Benasque
A pesar de que me había encontrado las calles vacías en Anciles, Sahún y Cerler, me sorprendió mucho, muchísimo que también estuvieran vacías las calles de Benasque, una población con 2.200 habitantes. Parecía un pueblo fantasma y apenas me crucé con gente. Yo me decía para mí mismo «vale, el turismo principal de Benasque es en temporada invernal con la estación de esquí a escasos kilómetros, pero, ¿dónde demonios está la gente del pueblo?». Ni que decir tiene que no fue un disgusto para mí. Justo al contrario. A mí me encanta fotografiar las calles de los pueblos sin gente por medio, no obstante, fue algo que me llamó mucho la atención.
Casco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de BenasqueCasco histórico de Benasque
Al igual que he dicho con Cerler, también es obligatorio pasear por el casco histórico de Benasque si vas por la zona. Además, es la capital de todo el valle y tiene mucha oferta de alojamientos, así como de restaurantes.
Mi última tarde en Benasque, al terminar de pasear por el casco histórico, me volví a pasar por el Centro de Interpretación del Parque Natural Posets-Maladeta para despedirme de Inma. Gracias a ella conocí sitios muy bonitos del valle y lo que menos podía hacer era despedirme, puesto que al día siguiente, al ser lunes, el centro no abría. Ella me contó que era la primera vez que veía el pueblo tan vacío de gente. El estar la carretera principal de acceso al valle cortada, sin duda, penalizó al turismo en época otoñal. De cara a la temporada de invierno volverán a abrirla y se espera que el turismo se recupere.
Aquel día sería el último de mi estancia en Benasque, aunque no en el valle. Aún pasaría una noche más en otro hotel, el Hotel Eriste, debido a causas de fuerza mayor. No obstante, el trato allí fue fenomenal y si algún día vuelvo por la zona, sin duda, me alojaré en el Hotel Eriste. Lo que tengo muy muy claro es que no volveré a alojarme en el Hotel El Pilar por una serie de cosas que citaré a continuación. He viajado mucho en mi vida, me he alojado en más de 20 hoteles y en ninguno me he encontrado las cosas que vi en el Hotel El Pilar.
-La habitación estaba fría y el baño olía a humedad. -La habitación estaba fría porque la calefacción estaba puesta muy muy baja. Los radiadores apenas calentaban. El último día, incluso, estaba apagada. Y esto con 5 grados por la noche en la calle. -La comida estaba mala. Las croquetas y canelones eran congelados y recalentados. -La alfombra del baño se mojó y no dio tiempo a secarse (normal, el baño estaba helado). No la cambiaron al día siguiente. -Te dan dos botecitos de gel súper pequeños y al terminarse no los reponen. Vamos, dos botecitos de gel para 4 días. -El agua durante las comidas me la sirvieron en una jarra de plástico y era del grifo, que, por cierto, estaba malísima. -El último día hubo una persona que cenó fuera y al volver después de las doce de la noche insistió durante media hora para que le abrieran. Nadie le abrió y estuvo hasta la una insistiendo, provocando que el resto de huéspedes del hotel no pudieran dormir. -Otra cosa que no entiendo es que no me dejaron reservar hasta el 31 de octubre porque me dijeron que el 30 se iban de vacaciones. Hasta aquí todo normal, pero el mismo día 30 hablé con otra gente en el desayuno y me dijeron que ellos se quedaban una noche más. ¿Por qué unos sí y yo no? Ni idea, aunque, visto lo visto, me hicieron un favor porque me moría de ganas de abandonar la estancia allí.
Resumiendo, la estancia en ese hotel durante 4 días se me hizo eterna. Como he dicho unas líneas más arriba, la última noche decidí cenar en el Hotel Restaurante San Antón, aunque tuviera contratada media pensión en el Hotel El Pilar y la cena entrara en el precio.
Mis vacaciones se iban agotando y tan solo me quedaban cuatro días más por el norte. Pero lo que me animaba era que aún tenía que poner el broche final a unas memorables vacaciones despidiéndome del Valle de Benasque, visitando un par de lugares del Valle de Arán y poniendo la guinda final fotografiando a una bella ave en peligro de extinción.
El domingo 29 de octubre, con el cambio horario en nuestros relojes, salí temprano del hotel en dirección a los Llanos de Turpí. Desde allí parte una ruta corta (la más corta de todas las que hice en mis vacaciones) de apenas 2,5 km. Sin embargo, ya conocéis el dicho: el tamaño no importa.
Desde el día anterior supe que este paseo iba a ser todo un espectáculo, pues el monte lucía un color otoñal precioso y veía cómo corrían las cascadas. Al llegar hasta el entorno, no hice nada más que reafirmar mis pensamientos.
Hotel TurpíRío ÉseraRío ÉseraRío Ésera
Al tratarse de una ruta circular, es indiferente por dónde se empiece. Si coges el camino que parte desde el aparcamiento del Hotel Turpí, en unos 20 minutos llegarás hasta las Cascadas de las Gorgas de Alba.
Sin embargo, yo decidí tomar el sendero que partía desde el aparcamiento que hay justo por debajo del hotel. Allí, hay un cartel con información de toda la ruta.
Cartel informativo
Nada más empezar, te encuentras los primeros carteles informativos de las especies de árboles que se trata. Seré sincero y diré que al principio me paraba a leerlos, pero, enseguida, me dediqué a disfrutar del entorno y a tirar fotos como loco.
AceboEnebroBojEntorno de las Gorgas de AlbaPino negro
Pronto, el río Ésera pasó a ser el protagonista con las cascadas que se formaban.
Cascada en el río ÉseraCascada en el río ÉseraCascada en el río ÉseraCascada en el río Ésera
La subida hacia el Mirador de las Gorgas de Alba se hacía cada vez más espectacular. Y aún me quedaba la parte más impresionante de la mañana.
Subiendo hacia el Mirador de las Gorgas de AlbaSubiendo hacia el Mirador de las Gorgas de AlbaSubiendo hacia el Mirador de las Gorgas de AlbaSubiendo hacia el Mirador de las Gorgas de AlbaSubiendo hacia el Mirador de las Gorgas de AlbaSubiendo hacia el Mirador de las Gorgas de Alba
Al llegar al mirador tuve ante mí una imagen preciosa de las cascadas que caían por todas partes, no solo las Cascadas de las Gorgas de Alba.
Cascadas de las Gorgas de AlbaCascadas de las Gorgas de AlbaCascadas de las Gorgas de AlbaCascadas del Valle de BenasqueCascadas del Valle de BenasqueCascadas del Valle de BenasqueCascadas del Valle de BenasqueCascadas del Valle de Benasque
Hasta Mery, Pepe y Chewi querían fotografiarse ante aquel precioso entorno.
Mery, Pepe y Chewi en el Mirador de las Gorgas de AlbaChewi en el Mirador de las Gorgas de Alba
Enseguida, me interné en el bosque de hayas. En ese momento, no imaginé que en unos minutos estaría ante las cascadas que acababa de ver a lo lejos.
Bosque de hayas en las Gorgas de AlbaBosque de hayas en las Gorgas de Alba
Llega un punto donde hay una señalización que indica que puedes seguir por el sendero botánico, o bajar hacia las Cascadas de las Gorgas de Alba. Yo decidí tomar el camino de bajada.
Cascada de las Gorgas de AlbaCascada de las Gorgas de AlbaCascada de las Gorgas de AlbaCascada de las Gorgas de AlbaCascada de las Gorgas de AlbaCascada de las Gorgas de AlbaPuente que cruza el río ÉseraCascada de las Gorgas de AlbaCascada de las Gorgas de AlbaMery, Pepe y Chewi en la Cascada de las Gorgas de Alba
Estuve cerca de media hora fotografiando el entorno desde el puente de hierro. Cada paso que daba veía un encuadre distinto. Finalmente, decidí continuar el camino de vuelta hacia los Llanos de Turpí por la otra parte del río y así seguir la ruta circular. Pero antes me encontré con una última sorpresa. Un pequeño desvío me indicaba la subida hacia una plataforma desde la que ver las cascadas con otra perspectiva. Igualmente, me entretuve mucho rato aquí.
Desvío hacia la plataformaCascadas de las Gorgas de AlbaCascadas de las Gorgas de AlbaCascadas de las Gorgas de AlbaCascadas de las Gorgas de AlbaEntorno otoñal de las Gorgas de AlbaEntorno otoñal de las Gorgas de AlbaEntorno otoñal de las Gorgas de AlbaEntorno otoñal de las Gorgas de AlbaEntorno otoñal de las Gorgas de Alba
La vuelta hacia el coche no me resultó muy atractiva y apenas hice fotos. En apenas media hora estuve de nuevo en el punto de inicio de la ruta.
Entorno otoñal de las Gorgas de AlbaAdentrándome en el bosqueRiachuelo en el bosqueVaca en los Llanos de Turpí
El tiempo que tardé en realizar la ruta, con paradas incluidas a hacer fotos, fue de 1 hora y 45 minutos. Aquel día estaba emocionado por el entorno tan espectacular por el que había caminado. Aunque había visto por internet que era una ruta corta y bonita, en ningún momento imaginé que me fuera a impactar tanto su belleza.
Aún tendría media mañana y toda la tarde por delante para seguir viendo cosas. Y decidí ir hasta Cerler para pasear por sus calles lo que restaba de mañana. Por la tarde, tocaría hacer turismo por el pueblo en el que me alojaba: Benasque.
El sábado 28 de octubre, tras comer, estaba dispuesto a darme un paseo por las bellas poblaciones de Anciles y Sahún. He de decir que en la agenda tan solo estaba apuntada la visita a la segunda, pero la recomendación el día anterior de Inma (la chica del Centro de Interpretación del Parque Natural Posets-Maladeta) hizo que también me pasara por Anciles.
Anciles
Se encuentra a escasos 2 km de Benasque, con lo cual, se puede ir andando. Aún así, yo decidí ir con el coche y lo dejé aparcado en un gran aparcamiento a la entrada del pueblo. Nada más llegar, supe que lo que iba a ver me iba a gustar, pues las casas de piedra se divisaban ya desde donde dejé el coche.
Llegada a AncilesLlegada a AncilesLlegada a AncilesCalle en AncilesCalle en Anciles
Al ser una población pequeña, sus calles estaban desiertas. Más aún con amenaza de lluvia.
Calle de AncilesCalle de AncilesCalle de AncilesCalle de Anciles
Algún gatito se dejó fotografiar. No, no me trajo mala suerte por ser un gato negro.
Gatito negro en Anciles
Aunque lo que más me llamó la atención fueron unos «maceteros». Recuerda: no tires tus viejas zapatillas. Dales una segunda oportunidad.
Maceteros en AncilesMaceteros en Anciles
Y también otros en unos troncos.
Maceteros en AncilesMaceteros en AncilesMaceteros en Anciles
Aunque empezaban a caer unas gotas, no me desanimó y seguí paseando por el pueblo. Su tranquilidad era una maravilla.
Iglesia en AncilesIglesia en AncilesCalle en AncilesCalle en AncilesCasa en AncilesCasa en AncilesCalle en AncilesCalle en Anciles
Estuve entretenido un rato con un par de gatitos, que posaban coquetos ante la cámara. En ese momento, había visto a tres personas y cinco gatos.
Gatitos en AncilesGatitos en AncilesGatitos en AncilesGatitos en AncilesGatitos en Anciles
La lluvia apretó un poco, lo suficiente para que las calles se mojaran y que las fotos quedaran más bonitas.
Casa en AncilesCalle en AncilesCalle en AncilesCalle en AncilesCalle en AncilesCasa en AncilesCasa en AncilesVolviendo al aparcamiento
Sahún
Desde Anciles fui directo a Sahún. Se tarda aproximadamente 15 minutos, por lo que en una tarde se pueden ver ambas poblaciones.
A la llegada al pueblo, te encuentras también un aparcamiento donde dejar el coche. Allí nos recibirá El Fallero, una estructura realizada en hierro.
Escultura El FalleroRío en SahúnFuente en Sahún
Aunque Sahún es más grande que Anciles, sus calles también estaban vacías y fue un gustazo pasear por ellas. Me sorprendió gratamente la tranquilidad que había en todo el valle, después de haber estado con la saturación de Ordesa durante una semana.
Casa en SahúnCasa en SahúnIglesia de SahúnIglesia de Sahún
Aunque las calles de Anciles me gustaron más, las de Sahún también merece la pena pasear por ellas y admirar sus casas, igualmente preciosas.
Calle en SahúnCalle en SahúnCalle en SahúnAyuntamiento de SahúnCasa en SahúnCalle en SahúnCalle en SahúnCalle en SahúnCasa en SahúnVistas desde SahúnCalle en SahúnCasa en SahúnHostal en SahúnCasa en SahúnCasas en SahúnCalle en SahúnCalle en SahúnCalle en Sahún
El paseo por Sahún fue más corto que en Anciles. Me apetecía llegar cuanto antes al hotel y descansar tras no haber parado en todo el día. Fue bastante completo acometiendo la ruta al Forau de Aiguallut por la mañana y paseando por estas dos bellas poblaciones por la tarde.
Al día siguiente tocaría realizar una ruta preciosa por la zona y la visita a más poblaciones del Valle de Benasque. Y tengo que admitir que la ruta me sorprendió mucho, muchísimo. Las Gorgas de Alba iban cargadas de agua y, junto al color otoñal, hizo de ello una experiencia que nunca olvidaré.
El sábado 28 de octubre fue mi primer día por el Parque Natural Posets-Maladeta y, en concreto, por el Valle de Benasque. La primera semana de vacaciones había volado y me disponía a encarar la segunda.
Para el Valle de Benasque me programé rutas cortas y visitas a pueblos del valle que había visto que tenían muy buena pinta. La primera de las rutas era, quizá, la más famosa de todo Benasque: la ruta al Forau de Aiguallut.
La tarde de antes, a mi llegada al propio Benasque, me pasé por el Centro de Interpretación del Parque Natural Posets-Maladeta, que estaba justo enfrente del hotel donde me alojaba. Allí me atendió Inma y me dijo que podía acercarme primero a los Ibones de Billamorta. Podía seguir una ruta circular y terminaría en el Forau, pero, finalmente, decidí acercarme tan solo al Ibón de Billamorta Inferior, a escasos 10 minutos del aparcamiento del Refugio de la Besurta, lugar donde dejé el coche.
Refugio de la BesurtaIniciando la marchaSubiendo al Ibón de Billamorta InferiorSubiendo al Ibón de Billamorta InferiorIbón de Billamorta InferiorIbón de Billamorta InferiorIbón de Billamorta InferiorVistas desde el Ibón de Billamorta InferiorMery, Pepe y Chewi en el Ibón de Billamorta Inferior
Desde el Ibón de Billamorta Inferior se tardan unos 45 minutos hasta el superior. Como he dicho, yo decidí darme la vuelta y volver al inicio de la ruta para ir hasta el Forau de Aiguallut por el camino más habitual.
Indicaciones al Ibón de Billamorta Superior
En aproximadamente 45 minutos estaré allí. O eso me dice el cartel, pero yo tardé más debido a las paradas que hice para tomar fotos.
Indicaciones hacia el Forau de Aiguallut
Aunque es una ruta muy factible, tras llevar una semana sin apenas parar haciendo rutas, las piernas se notaban algo cansadas en las subidas. Aún así, me animé diciendo «venga, que hace una semana subiste por la Senda de los Cazadores y esto es pan comido». Pasito a pasito, me dirigía hacia la cascada.
Vistas subiendo hacia el ForauCascada encontrada subiendo hacia el ForauVistas subiendo hacia el ForauLlano encontrado llegando al ForauLlano encontrado llegando al Forau
En este llano pastaban varios caballos. Algunos se dejaban acariciar. Otros no me dieron mucha fiabilidad y ni me acerqué.
Caballo en el camino al Forau de AiguallutCaballos en el camino al Forau de AiguallutCaballo durmiendo la siestaCaballo durmiendo la siestaCaballos en el camino al Forau de AiguallutCaballos en el camino al Forau de AiguallutCaballos en el camino al Forau de Aiguallut
La Cascada de Aiguallut no quedaba lejos. Incluso, se escuchaba y veía desde donde estaban los caballos. Llevaba mucha agua, que bajaba del Aneto.
Cascada de AiguallutCascada de AiguallutCascada de AiguallutCascada de AiguallutCascada de AiguallutCascada de AiguallutCascada de AiguallutCascada de AiguallutMery, Pepe y Chewi en la Cascada de AiguallutMery, Pepe y Chewi en la Cascada de AiguallutChewi en la Cascada de Aiguallut
La típica foto de postal de la Cascada de Aiguallut es con el Aneto al fondo, sin embargo, yo no tuve la suerte de verlo porque las nubes lo taparon. Estuve esperando sentado durante casi media hora para ver si se levantaban, pero no tenía pinta de que eso fuera a suceder. Como me estaba quedando frío, decidí darme la vuelta y volver al coche.
Forau de AiguallutEntre las nubes está el Aneto
Hay que decir que las aguas del Forau de Aiguallut desaparecen bajo la tierra durante 4 kilómetros para luego aparecer en el vecino Valle de Arán. Días después, me acerqué a la otra parte para verlo igualmente.
Las aguas del Forau desaparecenLas aguas del Forau desaparecen
Aunque parecía que el día estaba despejado y soleado, realmente, hacía mucho viento (de ahí que me quedara frío esperando a ver el Aneto).
Tiempo soleado en el Forau
Estando ya de vuelta en el Refugio de la Besurta empezó a llover. Suerte la mía. Hice las últimas fotos antes de montarme en el coche para volver al pueblo.
Vistas desde el Refugio de la BesurtaCascada divisada desde el Refugio de la Besurta
Según iba bajando hacia Benasque, paré el coche en varios apartaderos para fotografiar el otoño en el valle. Aquí estaba bastante avanzado y el monte lucía un colorido muy bonito.
Otoño en el Valle de BenasqueOtoño en el Valle de BenasqueOtoño en el Valle de BenasqueOtoño en el Valle de BenasqueOtoño en el Valle de BenasqueOtoño en el Valle de BenasqueOtoño en el Valle de BenasqueOtoño en el Valle de BenasqueOtoño en el Valle de BenasqueOtoño en el Valle de BenasqueOtoño en el Valle de BenasquePresa de Paso NuevoPresa de Paso NuevoPresa de Paso NuevoPresa de Paso Nuevo
Hasta aquí mi primera mañana en el Valle de Benasque. Por la tarde tocaría visitar dos pequeños pueblos que Inma me aconsejó: Anciles y Sahún. Aunque no son muy grandes, su belleza hizo que me entretuviera bastante rato tirando fotos a sus calles.