El sábado 1 de noviembre llegó el día que estaba marcado en el calendario desde hace casi un año: la visita a la Selva de Irati.
Antes de nada, he de decir que la Selva de Irati era uno de esos lugares guardados en la agenda desde hace años. Por unas u otras causas no ha sido hasta el año 2025 cuando he llevado a cabo su visita.
El día en cuestión salí desde el Valle de Roncal sobre las 09:00. Tenía por delante una hora aproximadamente hasta llegar a Casas de Irati, punto desde el que parten la mayoría de rutas senderistas en el acceso desde Ochagavía.
Según iba con el coche por la carretera de subida vi que el otoño prácticamente no existía, pues el 90% de los árboles tenían la hoja tirada en el suelo. Aún así, mantuve la esperanza en que en la zona de Casas de Irati aún quedara un otoño bonito ya que, a la salida de Ochagavía, el guarda que me cobró el acceso a Irati (7€) me dijo que por las zonas bajas de la Selva de Irati aún quedaba bastante otoño.
A mi llegada vi que así era y pronto comencé a realizar la primera de las rutas planificadas.


Paseo de los Sentidos – SLNA-61A
La ruta comienza en las inmediaciones de la Ermita Virgen de las Nieves. Desde el Punto de Información de Casas de Irati tan solo hay que cruzar el puente que cruza el río Urbeltza y subir por unos escalones de madera. En apenas 5 minutos llegas a la ermita.


Pronto, te internas en un bosque de hayas. En ese momento, caía agua aunque no mucha. Pero la suficiente como para que la cámara comenzara a mojarse. Y yo que me había dejado el paraguas en el coche.



Caminaba solo por el bosque de hayas, sin más presencia humana que la mía. Y eso fue una auténtica gozada viendo que a mi llegada había aparcados 5 autobuses (que teóricamente iban llenos) y alrededor de 100 coches (y los que seguían llegando).



Casi acabando la ruta enlazamos con la carretera. Aquí el color otoñal era bonito.

Al ser una ruta pequeña de apenas 2km acabé en menos de una hora. Estaba de nuevo en el puente que cruza el río Urbeltza.

Senda del río Urbeltza – SLNA-62A
Antes de comenzar esta ruta fui hasta el coche para echar mano del paraguas. Al menos, que la cámara no siguiera mojándose porque ya me llevé un susto dos años atrás en Ordesa cuando entró humedad en uno de los objetivos. Por suerte, conseguí quitarla con paciencia y un secador de pelo.
Esta ruta es algo más larga, de unos 3,5km y comienza justo por detrás del aparcamiento de los autobuses. Hay que tomar la pista ancha y seguir las indicaciones. En Irati, al menos las rutas que yo acometí, están perfectamente señalizadas y es imposible perderse.


Enseguida vi que el otoño en esta zona estaba espectacular. Tenía el punto de color que a mí me apasiona y mis emociones se dispararon. No dejaba de pensar que no podía creerme la suerte que estaba teniendo este año con el otoño en cada uno de los sitios visitados.


Lo que más me gustó fue el tramo pegado al río. Aproveché para bajar hasta él y tirar algunas fotos echando mano del trípode. Por suerte, en esos momentos había parado de llover e hizo todo mucho más fácil.






Retomé mi camino y me interné en un bosque cerrado de hayas. Mires por donde mires, en Irati hay bosques de hayas. Por algo es el segundo hayedo-abetal más grande de Europa (solo por detrás de la Selva Negra de Alemania).


Al finalizar la subida por el hayedo vuelves a enlazar con la pista que lleva hasta Casas de Irati. Este tramo también fue todo un espectáculo de color otoñal.









Apenas eran las 12:30 y ya había acometido dos de las tres rutas planificadas. Antes de comer el bocadillo echado a la mochila por la mañana (jamón y queso de Roncal) decidí que iba a acometer el último de los objetivos del día.
Ruta a la Cascada del Cubo
Al lado de la fuente encontrada en el punto de información se ubica la salida de esta ruta. La distancia hasta la cascada es de solo 1,2 kilómetros, por lo que en apenas 15 o 20 minutos has llegado.
El comienzo es a través de enormes hayas y abetos que se abrazan unos a otros. Aquello pintaba bien.

El camino hacia la cascada fue también todo un espectáculo de color.




El desvío hacia la cascada está bien indicado.

En apenas tres minutos más tienes ante ti la espectacular Cascada del Cubo. Había visto varias fotos por las redes, incluso vídeos en películas o series, pero verla en vivo y directo era otro nivel. Me fascinó desde el momento que apareció ante mis ojos.





Me entretuve unos 45 minutos haciendo fotos desde varios puntos. No quería irme de allí, aunque no podía quedarme eternamente.
Cuando me di por satisfecho decidí volver sobre mis pasos. Hay que decir que, justo en el desvío hacia la cascada, hay una senda temática que continúa de frente. Se trata de una ruta circular de aproximadamente unos 10 kilómetros desde el punto de inicio ya comentado. Yo, sin embargo, no quise hacerla y me di la vuelta hasta el punto de información. En otra ocasión, si vuelvo a Irati, será una de las rutas que acometa.
A la vuelta hice algunas fotos más para el recuerdo. Irati estaba portándose bien conmigo.



A mi llegada al punto de información decidí parar. Todos los objetivos marcados para el día estaban logrados y ahora solo quedaba comer el bocadillo antes de ir hasta Ochagavía, pueblo en el que me iba a alojar durante los dos días siguientes. No obstante, esta no sería la única visita a la Selva de Irati.
Las fotos del rio y la cascada me encantaron. Paseo de los sentidos y del hayedo de Irati parecen sacados de un pelicular. Que suerte visitar estos sitios amigo !
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¿Suerte? No. Que mi dinero me he dejado en los 15 días que he estado de vacaciones. Y eso, hoy por hoy, no es suerte jajaja.
A mí me gustó más la senda del río Urbeltza y la Cascada del Cubo.
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